No soy
del mismo material
de las estrellas
como pretenden
los sabios, los isótopos
No soy parte
de aquellos
pavorosos remolinos nucleares
que se apagaron
hace miles de millones de años
y una centuria,
dicen,
y que no sé dónde están
ni para qué,
si es que estuvieron;
nada tengo que ver
con el vacío que dejaron
y menos sé
del sollozo del espacio
y el vals que no bailó
la densidad promedio
del uranio
y su voluntad de representación.
Soy hijo de la Tierra,
de kiosquero
y sirvienta;
fantaseo, teorizo,
calculo y yerro,
codifico,
me agrando
y siempre tengo razón:
ego no munificente,
canalla,
misérrimo,
tortuoso y mendaz.
Soy hijo de la crueldad,
la apatía,
la desafectación,
el perfecto autodestructor,
el aniquilador planetario,
aunque me hago el huevón;
cargo
un gramo de bondad,
toneladas de odio y rencor,
que, iracundo,
vuelco en el indefenso
y quien me lleva la contra,
por un centavo,
un piojillo,
una pelusa,
no más.
No sé porqué
esta luz que viene del cielo
debería tener
un sentido cósmico,
un desbarajuste fronterizo,
una razón de ser.
Y como toda luz,
compadre,
es artificio,
retórica
y complacencia.
No estrello
ni estrellita,
no astro
ni estrellado,
estremecido.
- Inédito-
No hay comentarios:
Publicar un comentario