VII
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Los muertos,
los olvidados muertos vienen a mí como última esperanza
Llegan en compañía de sus miedos,
llegan en compañía de las lágrimas
y los buenos y malos deseos que en el último trayecto les ofreció
su parentela.
«Que se encuentren bien, que la tierra sea ligera»
los arrullo dulcemente para que emprendan
el viaje hacia la luz.
«Vive bajo mi manto para que por fin tengas morada
A ti que en vida nunca la tuviste
Niño de la calle, paria, mendigo, loco
Enfermo, drogadicto, miserable»
Con ternura los acaricio
a ellos que de caricias y de ternura poco conocieron.
«Deja que entre este terrón de tierra
por tus labios marchitos,
Deja que nazca una semilla, que brote
un gusano de tu boca.»
Con destreza los limpio con la tierra y el polvo
a ellos que de limpieza poco conocieron.
Los muertos,
los olvidados muertos,
Se cubren con este velo de polvo y de cielo
en su último viaje,
Con este regazo de agua y de barro
en su inevitable trayecto hacia la noche.
La Bestia que tanto temieron,
O que tanto odiaron,
deja, en el misterioso tránsito que emprenden ahora hacia
las sombras, caer sus máscaras definitivamente.
Ahora aceptan sin rechazos y sin reclamos,
la cama y la morada de un corazón
que no es de Bestia, tampoco es un corazón humano.
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Ángela Tello González es una poeta colombiana
(Fuente: Grover González Gallarado Poesía)
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