LOS PERROS SON SHAKESPEREANOS, LOS NIÑOS SON EXTRAÑOS
Los perros son shakespeareanos, y los niños, extraños.
Que Freud y Wordsworth analicen al niño,
Y los ángeles y los expertos en Platón, al perro,
y luego ladra y mueve la cola; el niño que pellizca
a su hermana, la chiquilla que cantaba el villancico
de la Noche de Reyes, como si entendiera
del viento y la lluvia, el perro que gemía
al escuchar el concierto de violines.
¡Qué tristeza cuando veo a un perro o a un niño!
Porque son extraños, son shakespeareanos.
Dinos, Freud, ¿podría ser que los dulces niñitos
tengan sueños horrorosos sobre funciones fisiológicas?
Y tú, Wordsworth, responde, ¿están en verdad los niños
coronados de gloria, tanto saben de la oscura Naturaleza?
El perro y su humilde búsqueda en la tierra,
el niño que atesora sueños y tiene miedo de lo oscuro,
no saben ni más ni menos que tú: saben muy bien
que ni el sueño ni la infancia dan la respuesta correcta:
Ustedes también son extraños, y los niños, shakespeareanos.
Respeta al niño, respeta al animal,
saluda a los extraños, y considera las cosas de cada día,
porque el cielo y el infierno están aquí,
pero esto, esto que decimos antes de arrepentirnos,
esto que vivimos detrás de nuestras caras ocultas,
no es sueño ni es infancia,
no es mito ni paisaje, no es definitivo ni está terminado,
porque estamos incompletos y del futuro no sabemos nada,
y aullamos o bailamos hasta quedarnos sin alma,
en sílabas acentuadas antes del telón:
nosotros somos los shakespeareanos; nosotros, los extraños.
.....
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traducción de Daniela Camozzi y Walter Cassara
(Fuente: Daniel Freidemberg)
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