(Monstruo muerto sonriendo)
Dicen que ni siquiera fui un insecto
y ni les preocuparon los pedazos
de mi vidita apartada a zarpazos
y hoy sin embargo adoro aquel perfecto
violín que alguna vez vibró en los brazos
de una muchacha que amó mis abrazos
mientras no me arrastré como un infecto
defecador de recuerdos marchitos
sin poder arrancarme una manzana
que me clavaron en el lomo a gritos
hasta que el alba entró como una hermana
llena de llanto azul y más que humana
coronación de mis pobres pasitos.
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