La primera noche, ellos se acercan y toman una flor de nuestro jardín.
No decimos nada.
Hasta que un día, el más frágil de ellos, entra solo a nuestra casa, nos roba la luna,
y conociendo nuestro miedo, nos arranca la voz de la garganta,
y porque no dijimos nada,
ya no podemos decir nada.
(Del muro de Marcela Fangio / Vía Ana Gracia)
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