LA CASA DE ENFRENTE
Los inquilinos se fueron contentos.
Llevando consigo sofás, ollas, flores,
Espejos torcidos y gatos.
Y sintió que el tiempo lo atrapaba,
Todo se quedó así para siempre.
Entonces surgió el descontento,
Un polvo seco comenzó a brillar
Lento mientras caía la noche.
En la casa quedaron sueños, recuerdos,
Esperanzas perdidas y deseos.
Demolieron todo, se llevaron los troncos.
Pero los fantasmas del pasado
De ahí no se alejaron ni un paso
Y le cantaron de nuevo al cerezo.
Bebieron vino blanco en las bodas,
Iban al trabajo y al cine.
Trasladaban ataúdes en toallas,
Se prestaban, unos a otros, dinero,
Dormían en colchones de bruma
Y arrullaban a sus primogénitos,
Mientras la áspera encía de la máquina
Lamía sus arcillas roñosas,
Y en una pata, como sobre una T,
La grúa giraba y giraba.
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en "El instante maravilloso. Poesía rusa del siglo XX", ed. y trad., Jorge Bustamante García, Universidad Nacional Autónoma de México, México, 2004.
(Fuente: Jonio González)
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