sábado, 1 de abril de 2023

Lucía Lubarsky (Río Cuarto -zona rural-, Córdoba, Argentina, 1985) Reside en Buenos Aires

 

3 poemas 3 (+1)


Fotografía de Alessandra Sanguinetti

Corríamos desnudas
por los caminitos del campo, nuestros cuerpos
se rozaban blandos y el viento
se abría para que corramos livianas.
El mundo era algo abstracto que cada cierto tiempo
aparecía en las conversaciones de los grandes
sin embargo nuestro universo
estaba delimitado por ese horizonte naranja y verde
que une lo sólido con lo infinito.
Nos encantaba que el aire fresco
entrara en nosotras y cada tanto
cayéramos rodando sobre el pasto como bichos bolitas
éramos chicas y los eucaliptus parecían
dinosaurios que nos miraban desde el cielo.
Mamá decía que no podíamos
correr así en el bajo, donde vivían los muchachos
pero nosotras salíamos de la mano
despojadas y mullidas a descubrir caminos.
Ahora sueño con hombres que me corren
desnudos por el campo con el sexo pendulando
unos me gritan cosas al oído
mi sangre se dispara y los músculos
hierven para huir. Corro tan rápido que no alcanzo
a rozar el suelo y el corazón
palpita delante
como si se hubiera disparado primero.

de La distancia habitable, Pánico el Pánico, Buenos Aires, 2019
para leer una reseña en COLECTIVO GLAUCE BALDOVIN


Fotografía de Alessandra Sanguinetti

Cuando pateás
una pelota por primera vez
la dirección es errática, infinita,
sin embargo el recorrido
traza un diagrama impecable
ninguna otra cosa
podría haber sucedido
entre la fuerza y el trayecto
de su objeto de deseo:
querer así, del modo
no aprendido.

de La distancia habitable, Pánico el Pánico, Buenos Aires, 2019


La distancia habitable, Pánico el Pánico, Buenos Aires, 2019

*

Fotografía de Alessandra Sanguinetti

Hago un pozo
las manos como raíces
entierro ciruelas robadas
en un rincón del monte
los pájaros tardarán días en notarlo
el abono tiene su tiempo
pulpa semilla disolución bonanza,
la putrefacción es un estado
similar al nacimiento
pero en su ocaso

de El sonido de la luzZindo & Gafuri, Buenos Aires, 2016
para leer una reseña en OP.CIT. POESÍA

El sonido de la luzZindo & Gafuri, Buenos Aires, 2016


*
B O N U S  T R A C K 

Fotografía de Alessandra Sanguinetti

una tarde entera me llevó 
sacarlos de sus macetas negras
y trasladarlos a unas más grandes y robustas
no podía diferenciar cuál era cuál ¿cuánto tardamos 
en entrar en relación? pedí ayuda 
para entender sus hojas
los veía blandos, desconcertados 
en el invernadero del campo, mamá 
multiplicaba las plantas como levadura
entendía la temperatura necesaria de la tierra
los mensajes en el color de sus hojas
curaba con paciencia la embichada, se movía 
en esa fauna natural como si fuese una más 
como si oyera el lenguaje silencioso de las plantas
nosotros la seguíamos, entusiastas 
cortabamos envases para alojar a las que vendrán
porque siempre vendrían más 
ella, sumergida en ese mundo desaparecía
entre la tierra, el sustrato y el compost
en ese ciclo tibio de crianzas, guías y despedidas 
no parecía frustrarse con los finales
acariciaba la muerte con sus rulos espumosos 
exultantes entre la luz de esa nave bajo tierra 
que destellaba entre sus plásticos, el agua
y los nuevos tallos, entrar ahí 
era traspasar al portal de la humedad 
donde otro orden marcaba el pulso, salíamos 
cuando la tarde caía, agotados, con las uñas
cubiertas de barro, rosados, hambrientos y en pleno
estado de conmoción, habíamos sido
parte del proceso del mundo; las lombrices
nuestras amigas y creamos hogares 
para que semillas despierten 
cada tanto volvíamos a visitar 
y cosechábamos novedades
algunas habían resistido la helada y otras
habían caído en el campo de la batalla
nos entristecíamos pero mamá decía 
que es parte de la vida y siempre algo 
se va perder para que otro brote tenga espacio 
como ella era la diosa de ese reino, sus palabras 
nos calmaban y olvidábamos pronto las heridas
ahora veo los doce plantines 
intentando ser algo en la altura 
sobre pilas de cemento, en un espacio
expatriado, desconocido y una mujer 
que los mira desde la ventana por la noche
y los saluda, como la niña que volvía cada tanto 
a ver sus crianzas en el invernadero del campo y sé
que algunas van a caer y otras
cargaran mas fuerzas para desplegar
sus hojas, y eso también es escuchar
el murmullo de las plantas


Lucía Lubarsky
(Río Cuarto -zona rural-, Córdoba, Argentina, 1985)
Reside en Buenos Aires
P

 

 

 

 

 

(Fuente: Emma Gunst)

No hay comentarios:

Publicar un comentario