Un nombre para todos
Polilla y grillo que huyen de la página y siguen
aleteando, inocentes del nombre que clavamos
a sus cuerpos, a fin de aliviar nuestra envidia
de lo libres que son -debemos mutilar
porque somos usurpadores desencantados-,
en nuestra mano les lastimamos el ala.
Tenemos nombres hasta para ceñir el viento;
debemos, igual que ellos, morir para entender.
Soñé que los humanos, librados de sus nombres,
cantaban como cantan quienes hacen sus días
con aleta y pezuña y con ala y colmillo,
en libertad, sagrados, con un solo Nombre siempre.
Traducción de Ezequiel Zaidenwerg
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