NO CREAS
En el verano del año cuarenta y seis mi padre
y mi madre alquilaron una habitación en la casa
Una noche me despertaron unas toses que no eran
toses, y ésa fue la primera vez en mi vida
que oí llorar a un adulto desconocido
al otro lado de la pared. Se pasó toda la oscuridad llorando
y despierto y asustado permanecí acostado sin despertar
a mis padres hasta que disminuyó la oscuridad
y lo vi en el balcón sus hombros temblaban
un pájaro echó a volar en el silencio del amanecer
y el hombre lo señaló y me dijo Niño, no creas.
Han pasado cincuenta años y aquel pájaro ya no está,
ni el hombre. Ni mis padres. Solo el mar
sigue existiendo y también él ha cambiado de azul
a gris. Niño, no creas. O sí. Cree. Qué importa.
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en "El mismo mar", Siruela, Madrid, 2002. Trad. del hebreo de Raquel García Lozano.
(Fuente: Jonio González)
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