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En los días domingo no puede ocurrir nada. La sorpresa de Pearl
Harbor fue así pensada.
Los días de descanso son inmóviles se cree. Nada importante
debería suceder. Las niñas no cuidan sus cuerpos y pueden
madurar de prisa. Los poetas quedan libres para la poesía, los
alumnos se dispersan y toman rumbos sin disciplina, los
despachos cierran dejando las calles vacías, los ladrones esperan
por las casas a solas, los vecinos despiertan fuera de hora.
Es el tiempo que sobra, creador de bienes y males.
5
Los perros de las ciudades pobres se pasean libremente por las
calles. Sin amos van por sobre la basura, invaden jardines ajenos,
se enamoran sin fidelidad.
En las ciudades ricas no se ven perros. Circulan bajo horarios fijos
cuando la gente duerme. Son perros secretos, caminan sin ladrar.
Sin embargo, todos se reconocerían dejando sus olores en las
esquinas de una ciudad que juntaría perros ricos y pobres, perros
de todas las razas, confundidos en un solo ladrido.
Las ciudades fabrican a los perros, cada una a su manera,
haciéndolos salvajes o dóciles, separando aquello que la
naturaleza junta. Las ciudades dividen, cortando el territorio con
calles, marcando la pertenencia a un amo o al abandono.
Cosas sin nombre (2008)
Buenos Aires: En la Frontera, 2008, s. p.
(Fuente: Óscar Limache)
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