Hacer lo seco, hacer lo húmedo
La gente de una capital entre manglares, gente de mecha y de alma empapada, se refugia en una música tan reseca que se acerca al timbre de un puñal, navaja. Tal vez el metal sin humus de esa música, ácido y eléctrico, pedernal de encendedor, le dé una chispa capaz de prenderle fuego a la mojada alma mecha, mojada al fin. * La gente de una catinga entre sequías, entre fechas de sequía y sequía entre fechas, se refugia en una música tan líquida que bien podría ejecutarse con agua. Tal vez las gotas húmedas de esa música, que la gente de ahí hace llover de guitarras, la humedezca, y si no con el agua del agua, con la convivencia del agua, lánguida.
Traducción de Ezequiel Zaidenwerg Dib
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