miércoles, 30 de abril de 2025

Fabio Cardarelli (Córdoba, 1969)

 

 
 
Cuando se desmorona la noche
y no encuentro
una palabra hermosa para levantarla
un sostén que valga el corazón de un muerto
una resurrección que corte la soledad y sus raíces
se me hace indispensable
comer
con fatal ansiedad
con la torpeza del recién nacido
fibras grasas huesos semillas
el cuerpo crudo de un animal abandonado
huevos de pájaros estériles
harinas ángeles frituras
que martillen firme
y duelan
saturen el camino donde retornan las palabras hermosas
hasta desconocerlas
hasta olvidarlas
 
así descanse
en su finita paz de plomo
colmado breve de su tarea primitiva
de su intención elemental
mi pequeño
e insaciable
corazón.

 

Song Lin (Xiamen, República Popular China, 1958)

 

Dos poemas



















 
En camino
 

Afuera de la estación de Mannheim el cielo estrellado
de la medianoche se enciende como un fuego pálido,

de una ventana sale música. Plátanos altos, torres oscuras,
sombras leves detrás de las cortinas pesadas.

Sin compañeros y sin albergue, momento de desamparo!
La oportunidad perdida brilla aún a la distancia.

La liebre dispara hacia el bosque, el suspiro de las hojas
y los pies mojados por el rocío se consuelan entre sí.

La noche va a terminar, la última lámpara al borde de la ciudad se apaga.
Un hombre con una pala camina hacia el cementerio.

Noche a la deriva en una ciudad desconocida. Ahora el amanecer
me empuja al sueño: en el vagón vacío siento una tibieza.
 


Tonada de Jianyin
 

El hombre acostado dentro del pabellón
se ha dormido.
Dos de sus amigos se han convertido en esturiones
El tercero, convertido en mariposa,
desaparece volando entre los juncos
El hombre sueña con nubes
como banderas y armas de la edad de oro
reflejadas en línea sobre el agua
Sueña con Xu Xiake
de vuelta de uno de sus viajes.
 
 

En Un país mental. 100 poemas chinos contemporáneos, selección y traducción de Miguel Angel Petrecca, Gog y Magog, Buenos Aires, 2011
 

Foto: Hu Shaoan/Michigan Quarterly Review
 
 
(Fuente: Otra Iglesia Es Imposible)

 

Margarito Cuéllar .(San Luis Potosí, México, 7 de abril de 1956)

 Puede ser una imagen de 1 persona y estudiando

 

 

LOS INDOMABLES 

 
Para María Belmonte

.
Llevan la mano al aire, así cortan el paso
de las bestias.
Si les quitan la tierra hilan su propio suelo
si anochece dirán “bello es el día en su traje
de bastos”.
No los pisen, no los exterminen
no les laven el alma con clavos benditos.
No aceptan oro a cambio de alabanzas
beben agua del arroyo y el sol
–muchacho manso– les colorea el tallo
de los huesos.
 
.
De: «𝘛𝘢𝘮𝘣𝘰𝘳𝘦𝘴 𝘱𝘢𝘳𝘢 𝘦𝘮𝘱𝘦𝘻𝘢𝘳 𝘭𝘢 𝘧𝘪𝘦𝘴𝘵𝘢» (1992)
Margarito Cuéllar Zárate es un poeta mexicano 🇲🇽

(Fuente: Grover González Gallardo Poesía)

Raúl González Tuñón (Buenos Aires, 1905 - 1974))

 Raúl González Tuñón - Los poetas del domingo

 

La casa del crimen

 

Aquí estuvo la vida una vez y ahora nadie
recorre sus recintos, donde habita la niebla.
Ventana clausurada, puerta esposada, luna
desmayada por siempre en el espejo.
 
Insomne soledad del dormitorio
donde se aburren las fotografías
y el reloj ya no sabe que es el tiempo.
Mole gris, casa adentro, oscura y sola.
 
Ella, en la noche, escucha los pasos del silencio
que atraviesa la sombra de su patio olvidado.
 
 

en Poemas para el atril de una pianola, 1965.
 
(Fuente:  Ariel Montesinos)

 

Stella Díaz Varín (Chile, 1926 - 2006)

 

 
 
 
No quiero
Que mis muertos descansen en paz
Tienen la obligación
De estar presentes
Vivientes en cada flor que me robo
A escondidas
Al filo de la medianoche
Cuando los vivos al borde del insomnio
Juegan a los dados
Y enhebran su amargura.
 
      Los conmino a estar presentes
En cada pensamiento que desvelo.
 
      No quiero que los míos
Se me olviden bajo la tierra
Los que allí los acostaron
No resolvieron la eternidad.
 
      No quiero
Que a mis muertos me los hundan
Me los ignoren
Me los hagan olvidar
Aquí o allá
En cualquier hemisferio
 
      Los obligo a mis muertos
En su día.
Los descubro, los trasplanto
Los desnudo
Los llevo a la superficie
A flor de tierra
Donde está esperándolos
El nido de la acústica.

Hala Alyan (Carbondale, EE. UU., 1986)

 

 

 

 

 

VERDAD

 

Soy alérgica al cabello teñido y plateado. De entre todos los nativos
adoro a los aztecas, el modo en que encendían fuegos
en los abiertos pechos de los hombres para que el mundo siguiera girando.
He visto mujeres comer bolas de algodón y así no comían pan,
jamás seré tan maravillosa como la noche en que,
anoréxica, con botas negras, suéter negro, tejanos negros,
bailé hip hop en un garaje y una chica a la que no conocía apretó mis
caderas
contra las suyas. El hambre es el hambre. Una noche me emborraché
y discutí con el Pacífico. Tenía veinte años. Irrumpía
en el cuerpo de los hombres como una ladrona de historieta. No había
cumplido los veinte.
En el invierno de esos años colgué luces de Navidad
alrededor de mi cama y discutí con la casera italiana
que vivía más abajo sobre apagar o no la calefacción,
y todas las noches quise beber, pero no lo hice.
 
 
 
_____________________________
en "Poetas norteamericanos en dos siglos", vol. 2, Ediciones En Danza, Buenos Aires, 2020. Traducción y notas, Jonio González. Prólogo de Jorge Aulicino.
En la imagen, Hala Alyan (Carbondale, EE. UU., 1986 / Beowulf Sheehan)
 
 

TRUTH

 

I’m allergic to hair dye and silver. Of the natives,
I love the Aztecs most of all, the way they lit fires
in the gouged chests of men to keep the world spinning.
I’ve seen women eat cotton balls so they wouldn’t eat bread
I will never be as beautiful as the night I danced in a garage,
anorexic, decked in black boots, black sweater, black jeans,
hip-hop music and a girl I didn’t know pulling my hips
to hers. Hunger is hunger. I got drunk one night
and argued with the Pacific. I was twenty. I broke
into the bodies of men like a cartoon burglar. I wasn’t twenty.
In the winter of those years I kept Christmas lights
strung around my bed and argued with the Italian landlady
who lived downstairs about turning the heat off,
and every night I wanted to drink but didn’t.
 


(Fuente: Jonio González)


Reynaldo Jiménez (Lima, Perú, 1959 / Reside en Buenos Aires)

 

 

la gente mirando cómo pasa lo que la gente dice
los árboles en línea actuando
la gente pasando mira lo que dice
 
lo que dice se queda
lo que dice dice quedarse
lo que dicen los árboles al tomar distancia
actuando
 
la gente mirando cómo pasa lo que la gente dice
 
los que pasan serán
convertidos
los que se quedan serán
convertidos
 
brillando en la lluvia ya no hay otra cosa
en la lluvia no hay ya otra cosa brillando
otra cosa en la lluvia ya no brillando hay
hay no otra cosa en la lluvia brillando ya
 
en una calle de árboles y árboles
sin comienzo ni fin
uno empuja al otro
un paso puja al otro
nada empezó
nada termina
sólo unos pasos
en la lluvia
brillando
 
la gente pregunta cómo pasa lo que la gente pregunta
la gente responde cómo pregunta lo que la gente responde
la gente pasando responde la gente que mira
la gente que empuja pregunta
los árboles maquillados para que la gente pase
 
los que dicen serán
convertidos
 
los que callan serán
convertidos
uno en otro en otro en uno en otro en otro en uno
 
unos pasos
y ya ya estás
tan nuevo
tan nuevo por el camino
sin comienzo
ni fin

 

Juan Carlos Onetti (Montevideo, 1909-Madrid, 1994)

 

Balada del ausente

Juan Carlos Onetti - Balada del ausente


 

 

 

Entonces no me des un motivo por favor

No le des conciencia a la nostalgia,

La desesperación y el juego.

Pensarte y no verte

Sufrir en ti y no alzar mi grito

Rumiar a solas, gracias a ti, por mi culpa,

En lo único que puede ser

Enteramente pensado

Llamar sin voz porque Dios dispuso

Que si Él tiene compromisos

Si Dios mismo le impide contestar

Con dos dedos el saludo

Cotidiano, nocturno, inevitable

Es necesario aceptar la soledad,

Confortarse hermanado

Con el olor a perro, en esos días húmedos del sur,

En cualquier regreso

En cualquier hora cambiable del crepúsculo

Tu silencio

Y el paso indiferente de Dios que no ve ni saluda

Que no responde al sombrero enlutado

Golpeando las rodillas

Que teme a Dios y se preocupa

Por lo que opine, condene, rezongue, imponga.

No me des conciencia, grito, necesidad ni orden.

Estoy desnudo y lejos, lo que me dejaron,

Giro hacia el mundo y su secreto de musgo,

Hacia la claridad dolorosa del mundo,

Desnudo, sólo, desarmado

bamboleo mi cuerpo enmagrecido

Tropiezo y avanzo

Me acerco tal vez a una frontera

A un odio inútil, a su creciente miseria

Y tampoco es consuelo

Esa dulce ilusión de paz y de combate

Porque la lejanía

No es ya, se disuelve en la espera

Graciosa, incomprensible, de ayudarme

A vivir y esperar.

Ningún otro país y para siempre.

Mi pie izquierdo en la barra de bronce

Fundido con ella.

El mozo que comprende, ayuda a esperar, cree lo que ignora.

Se aceptan todas las apuestas:

Eternidad, infierno, aventura, estupidez

Pero soy mayor

Ya ni siquiera creo,

En romper espejos

En la noche

Y lamerme la sangre de los dedos

Como si la hubiera traído desde allí

Como si la salobre mentira se espesara

Como si la sangre, pequeño dolor filoso,

Me aproximara a lo que resta vivo, blando y ágil.

Muerto por la distancia y el tiempo

Y yo la, lo pierdo, doy mi vida,

A cambio de vejeces y ambiciones ajenas

Cada día más antiguas, suciamente deseosas y extrañas.

Volver y no lo haré, dejar y no puedo.

Apoyar el zapato en el barrote de bronce

Y esperar sin prisa su vejez, su ajenidad, su diminuto no ser.

La paz y después, dichosamente, en seguida, nada.

Ahí estaré. El tiempo no tocará mi pelo, no inventará arrugas,

                                                                                   no me inflará las mejillas

Ahí estaré esperando una cita imposible, un encuentro que no se cumplirá.

 

(Fuente: Biblioteca Ignoria)

Rasha Abdulhadi (Palestina)

 

«Como un ciprés, de bruces»

Versión de Juan Carlos Villavicencio




 
 
 
Como un ciprés, de bruces
en mis mejores días.
Y como un ciprés sueño con el rizoma de la primavera
zumbando a través de cuerpos y árboles compañeros.
Quiero soñar el sueño del bosque
y despertar a nuevas raíces, a nuevos esquejes que hicimos
naturalmente como respirar, con
todo lo difícil que implica respirar 
o dejar de hacerlo
cuando el acero y las manos
a veces cortan nuestros troncos, nuestras ramas para siempre.

A veces sueño con caer de cabeza
sin un trigal de miembros que me atrape.
Me caería si el cuerpo estrellado pudiera abrazar más
que fuego de mi asesino, y ser nuevas vigas para su hogar.
No deseo machetes – lo que con su filo
me separaría de mi propio tronco cortado —
Si cayera y cortaran mis manos, vendrían otros
a talar a los partisanos que quedaron —
Si pudiéramos convertir la ira en llamas en la arboleda,
quemaríamos también nuestros propios hogares —

En los peores días, sueño con minerales en la piel, sueño con calcio
y carbón petrificándose a través del hacha que la corta,
con fibras de carne convertidas en roca en el corazón
que ningún filo podría derribar — pues entonces no 
escucharía (por la noche, por la mañana y por las tardes)
el sabor del escalofrío rodando a lo largo de estos cipreses junto al mar
enraizados en un suelo rocoso, con nuestro cabello verde al viento 
ahora lejos de la orilla.


 (Fuente: Descontexto)

Reinaldo García Ramos (Cienfuegos, Cuba, 1944-Miami, EE.UU., 2024)

 Puede ser una imagen en blanco y negro de 1 persona y anteojos

 

 

GUERRAS MUNDIALES

 

Se aclara que hasta ahora
nada ha sucedido en Sarajevo,
nada han dicho las fuentes fidedignas
sobre un supuesto disturbio tumultuario en los
alrededores de Verdún. Nuestro corresponsal
en el sudeste asiático reporta
la más completa calma: no ha caído
ningún objeto en Nagasaki, ni mucho
menos en la otra ciudad que se menciona.
La población debiera mantenerse tranquila,
no hacer nada o, mejor dicho,
seguir haciendo lo que siempre ha hecho.
Adolfo Hitler no ha subido
al poder y, además, es mentira que en Italia se
persigue a nadie. Desde Zürich, voceros
del gobierno de Suiza se muestran optimistas.
La cosa está normal.
 
 
 
_______________________
en "Poesía cubana de la revolución", Extemporáneos, México, 1976. Selección, prólogo y notas, Ernesto Cardenal. Véase también, "El Corno Emplumado", n.º 23, julio de 1967. En la imagen, Reinaldo García Ramos (Cienfuegos, Cuba, 1944-Miami, EE.UU., 2024 / Archivo RGR).
 
 
(Fuente: Jonio González)

Alberto García-Teresa (Madrid, España, 1980)

 

PREGUNTAS ESENCIALES EN TIEMPOS DE COLAPSO 

 





 

No dónde brota el agua,

sino dónde se la esconde,

dónde se la envasa,

dónde se factura.

 

No cuánto germina,

sino quiénes lo fumigan,

quiénes lo vallan,

quiénes lo comen.

 

No cómo protegernos,

sino cómo compartir,

cómo cuidar,

cómo amar.

 


Alberto García-Teresa. El áspero dolor de la esperanza. Lastura Ed. 2025

 

(Fuente: Voces del extremo)

Stelios Karayanis (Samos, Grecia, 1956)

 

POEMAS

 














 





TIRESIAS O EL ELEMENTO DEMONÍACO DE LA VISIÓN

                                                                                               A Yanis Ritsos

Soy viejo; desaparecido ya del tiempo,
encorvado y ciego. Sólo sé rezar y
suplicar a los dioses que detengan el mal, 
que cesen ya los muertos, yacen a montones dentro
y fuera
de Tebas, la de siete puertas.
  Soy el sabio, el adivino
de diez mil males y de muchos más que vienen.
Lluvias, vientos, desgracias golpean y enloquecen
en las puertas del mal, siete veces por la noche
y por el día.
En las puertas que ya nada 
colma puesto que la Justicia castigadora se ha apoderado
de todas las llaves y los hijos de la culpabilidad, despreocupados
y sinvergüenzas, se despeñan desde adentro.
Soy el ciego, el triste
caminante en la terrible vía pública que está cubierta
todavía con tantos cadáveres. Mis lamentos
y mis gritos están tapados de vez en cuando por los graznidos
de las águilas y de aves de mal agüero que se lanzan
insaciablemente desde las murallas de la ciudad.
A veces, debía ser la niña o el niño que 
dejaron en soledad hasta aprender el arte amargo
de dar y tomar la esperanza.
Veo cerrados los senderos y rotos
todos los cipreses en la longitud del tiempo.
Horrible y sin salida la vía pública y sembrada
la llanura no solamente de los cadáveres
de los argivos. Que el aire quede inmóvil
y contaminado. Silencio, silencio. Qué lejos
se fueron, con todas las antiguas gracias, las aguas
corrientes y las voces
consoladores
de las ranas.
Niña un día, tierna niña
con el pecho enteramente lleno, niña, niño
y hombre maduro al mismo tiempo y
ahora ya anciano,
consumido por el tiempo, encorvado y ciego,
tan amargamente, amargamente siento
mi cuerpo,
que sólo puede significar
el Fin del Mundo.
Aquél de allí, el Mal Presagio
que por encima de Tebas,
la de siete puertas,
se precipita y se extiende por las noches
para hacernos desaparecer.


 

EL CÍCLO FÍSICO Y METAFÍSICO DE UN SUEÑO

                                                              A Juan de Loxa

Mi padre soñaba en medio del campo.La belleza y la fuerza de sus sueños bastaban para hacer cantar a todas las aves entristecidas, para que desaparecieran la mosca del olivo y los hongos de semillas, y para que florecieran de nuevo, una vez más, los árboles. Los sueños de mi padre, las aves entristecidas, la mosca del olivo, los hongos de semillas y las nuevas flores en los árboles, cerraban un ciclo indisoluble, cuya relación ética llegaba hasta Heráclito, Empédocles y Parménides. Mi padre soñaba en medio del campo.Yo, en medio de mi pequeña y pobre habitación.La fuerza y la belleza de mis sueños son,al parecer,de otra clase. Por ello, suelo terminar de ordinario con un doloroso ¡Oh!  por la tragicomedia del mundo actual alejado de la Naturaleza. Y, puesto que yo también formo parte de él,el ciclo de mis sueños literarios y de mis libros no tiene ninguna relación con esa naturaleza, no es fácil provocar, como mínimo, el canto de un ave y resulta imposible, naturalmente, proteger a un hombre metafísico de la tristeza y la incoherencia del mundo.




ODISEA, RAPSODIA FANTÁSTICA
 

                                                     A José Gutiérrez

                                                     Y una vez exhalada
                                                      el alma vuela
                                                      como un sueño;
                                                      pues busca la luz.

                                                                         Odisea, x 223-224


Si recuerdo bien,cuando era pequeño,pensaba mucho en Odiseo. Vivía entonces el día como un sueño, frente al mar,sentado en los salientes de las rocas,leyendo a Homero e imaginando mis propios viajes.A veces, ocurría que nos juntábamos en la misma tripulación,en los mismos cruces de caminos,en los mismos puertos míticos. Los dos teníamos, al parecer, en nuestras miradas el mismo sentimiento, el sentimiento profundísimo de la nostalgia. Hace bastante tiempo, y el Odiseo de mi juventud, que tanto y tanto me enseñó en la vida,ha cambiado por completo. Por las noches, llega intranquilo al puente y me mira con extrañeza. Y me mira con extrañeza especialmente cuando no encontramos nuestro camino en momentos de mar revuelto,quizás buscando ayuda en mí, quizás pidiendo que le diga una palabra. Hace tiempo desde entonces.Y, sin embargo, no sé que le hubiera dicho. Quizás le hable una noche de resplandor de estrellas. Quizás le hable también de algo que resulta increíble en nuestros días. De aquel gran tejido que su Penélope preparaba para su regreso.  O de algunos hombres que se cansaron, que perdieron para siempre el otro sentimiento, aquel profundísimo sentimiento de la nostalgia.



 
MONÓLOGO DE ORESTES
 

                                                A Yannis Ritsos

                                                «El sol no sobrepasará sus medidas
                                                 si las jóvenes Erinias de la Justicia
                                                 no se lo permiten».

                                                  Heráclito, “Sobre la naturaleza”,94.


En mi noche, el miedo. Ayer, apenas anocheció, me convertí en asesino y maté a mi pobre madre por venganza. Era tan asustadiza y cobarde que temblaba como un árbol justo en el momento en que va a talarlo el leñador.  No quería volver a ver el oscuro resplandor del crimen que tenía incrustado en los ojos.Sumergí con furia el puñal en sus cálidos pechos e inmediatamente saltó como un río la sangre infectada.Se despertó entonces jadeante sobre el tapiz y quedó allí,presa tentadora para los perros y la barbilla de Hades. Mas he aquí que, ahora, subo y bajo, fuera de mí, las trampillas de la noche, esperando de los dioses una lluvia fresca para enjuagarme,algo así como un justo sosiego final tras el terrible crimen de haber matado a mi propia madre. A mí, desde pequeño,las desgracias me enseñaron a distinguir en un instante todas las purificaciones justas, y cuándo está bien que hable y cuándo que me calle. Y si fuese hasta el final, para todos vosotros,el vengador y el destructor,el liberador de Argos, quizás estuviera escrito para mí que no existiera ya sosiego,sonrisa,alegría ni tranquilidad en el sueño.

Traducción: José Antonio Moreno Jurado  



Stelios Karayanis (Samos, 1956), es un poeta y ensayista representativo de la generación del 80, hispanista y traductor. Obtuvo el premio de poesía Nikiforos Vrettakos del Ayuntamiento de Atenas el año 1993. Es Doctor de Filosofía Moderna por la Universidad de Ioanina de Grecia y Doctor de Teoría de Literatura y de Literatura Comparada por la Universidad de Granada. Es  miembro de la Academia de Buenas Letras de Granada, uno de los fundadores de la Asociación de los Hispanistas Griegos, miembro de la Asociación Nacional de los Escritores Griegos y miembro de Pen Club. Imparte clases de Literatura Española en la Universidad Abierta de Grecia desde el año 2005. Fue director de la Revista Internacional de Poesía Erato Ars Poetica y ahora    es director dela revista  Hécate Poesía, Ars Poetica, Revista Internacional de Poesía, Cuento y Teoría Poética. Dirige la serie de libros de Poesía y Ensayo Hécate Ars Poetica. Actualmente vive en Atenas y Samos.


(Fuente: Alpialdelapalabra)

 

Stelios Karayanis (Samos, 1956)

 

la gata que recibirá el mensaje 

 













 
 
 
Cuando oigamos la aldaba de la muerte
resonando una noche en nuestra habitación,
aunque no hayamos tenido tiempo de vivir,
no digamos «qué inútilmente hemos vivido hasta aquí».

Cuando oigamos la aldaba de la muerte
en la última noche de los recuerdos
habrá caído la sombra en nuestra habitación
y la gata escuchará sus pasos atentamente.

La gata que amamos habrá comprendido
lo escrito desde hace tiempo en nuestra mirada
y vendrá a tocarnos con una caricia.

Quizás digamos entonces «¿quién es tan tarde?»,
devolviendo la caricia a la gata cansada,
a la gata, que recibirá el mensaje.

***

Versión de José Antonio Moreno Jurado
Tinta China
 
(Fuente: La comparecencia infinita)

 

Robert Rius i Lanolier (Francia, 1914-1944)

 

"Nube con ojales"

 


 
 
 
 
Niño-máquina de dar billetes
niño-alacena de pan cotidiano
niño enfermo de enfermedad vergonzosa
niño-globo
niño duro
niño-salchicha
niño-niño
niño-fuego
niño-camaleón
niño-nodriza
niño alado
niño mondado
niño-ficha
niño-niño niñera
niño todo
niño-huevo

Cinco monedas de lombrices
pueden dar cien monedas de pescado

Un niño gratuito dará
dará

kilometraje de seso gratuito
tonelaje de seso especial para leer entre líneas
filo que rehusará cortar manteca
Cristo gratuito puesto al revés sobre una cruz pagadora
dolores de muelas para abejorros
 
 
 

Robert Rius i Lanolier en Feuillets du quatre vingt et un (1944), incluido en Antología de la poesía surrealista de lengua francesa (Fabril Editora, Buenos Aires, 1961, selec. de Aldo Pellegrini).
 
(Fuente: Asamblea de palabras)

 

Carl Sandburg (EEUU, 1878 - 1967)

 

 

 

 

Vendedor de hielo

 

Conozco a un vendedor de hielo que usa una camisa 
de franela con botones de perla del tamaño de un dólar,
que arrastra un bloque de cuarenta y cinco kilos hasta la 
heladera de una taberna, se sirve jamón frío y pan de centeno,
le dice al cantinero que hace más calor que ayer y que mañana 
va a hacer más calor todavía, por Dios,
y se va con la cabeza al aire y sus dos puños ásperos.
Los sábados a la noche se gasta más o menos un dólar 
en una mujer de noventa kilos que lava platos en el Hotel 
Morrison. 
Se acuerda de que cuando se organizó el sindicato les rompió 
la nariz a dos carneros y aflojó las tuercas y entonces una mañana 
se les salieron las ruedas a seis carretas distintas, y él salió a ver 
cómo el hielo se derretía en la calle.
Lo único que lamentaba era que uno de los carneros le había 
mordido los nudillos de la mano derecha y entonces le sangraban 
cuando llegó a la taberna a contarles a los muchachos.
 
 
Traducción de Ezequiel Zaidenwerg Dib 

 

martes, 29 de abril de 2025

Joseph Brodsky (Leningrado, URSS, 1940 - EEUU, 1996)

 Joseph Brodsky - El funeral de Bobó

 

 

 

“Permitid que me repita: El agua es igual al tiempo y proporciona a 

la belleza su doble. Constituidos en parte por agua, servimos a la 

belleza del mismo modo. Al rozar el agua, esta ciudad mejora la 

apariencia del tiempo, embellece al futuro. Ése es el papel de esta 

ciudad en el universo. Porque la ciudad es estática, mientras que 

nosotros nos movemos. La lágrima es prueba de ello. Porque nosotros 

partimos y la belleza queda. Porque nosotros vamos hacia el futuro, en 

tanto que la belleza es eterno presente. La lágrima es un intento de 

permanecer, de rezagarse, de fundirse con la ciudad. Pero eso va contra 

las reglas. La lágrima es una reversión, un tributo del futuro al pasado. 

O es el resultado de sustraer lo mayor a lo menor: la belleza al hombre. 

Lo mismo vale para el amor, porque nuestro amor, también, es más grande que 

nosotros.”

 

(Fuente: Lab De Poesía) 

Roberto Juarroz (Buenos Aires, 1925 - 1995)

 

«Detener la palabra»




 
 
 
Detener la palabra
un segundo antes del labio,
un segundo antes de la voracidad compartida,
un segundo antes del corazón del otro,
para que haya por lo menos un pájaro
que puede prescindir de todo nido.

El destino es de aire.
Las brújulas señalan uno solo de sus hilos,
pero la ausencia necesita otros
para que las cosas sean
su destino de aire.

La palabra es el único pájaro
que puede ser igual a su ausencia.



Sin datos editoriales



(Fuente: Descontexto)


 

Norah Lange (Buenos Aires, 1905 - 1972)

 

Tango

Norah Lange - Tango


 

 

Tango con la hondura trágica

que enlutece a las esquinas solitarias.


En las horas que engarza el silencio

tu rezo de arrabal es como una tarde

enaltecida con fiereza de puñales.


Te escuchamos bajo el agobio de una pena

que quiere ser esperanza.


Pero la congoja abre sus recuerdos

y la noche es la tristeza del mendigo,

y es el abrazo que ciñe a las calles sin cielo.


Lentamente, se aniquila la espera,

y prefieres callar, atardeciendo, así,

las caricias que procuran unas manos.


¡Tango que  vienes como un sosiego,

Desde su corazón al mío!


De Los Días y Las Noches - 1926

 

(Fuente: Biblioteca Ignoria)

Marianne Moore (Kirkwood, Missouri, 1887-Nueva York, 1972)

 

 

SILENCIO

 

Mi padre solía decir:
«La gente con clase nunca hace visitas largas,
ni hay que enseñarles la tumba de Longfellow
ni las flores de cristal en Harvard.
Seguros de sí mismos como el gato
–que lleva su presa a lugar privado,
la cola lacia del ratón colgando de la boca como cordón de zapato–,
a veces disfrutan de la soledad,
y se les puede dejar sin palabras
con palabras que les agraden.
El sentimiento más profundo se revela siempre en silencio;
no en el silencio, sino en la contención».
No le faltaba sinceridad al decir: «Haz de mi casa tu posada».
Las posadas no son domicilios.
 


Traducción: Lab De Poesía

Lucas Margarit (Buenos Aires, 1966)

 




GABINETE DE CURIOSIDADES DE CLAUDIO MONTEVERDI

 

Guardo entre las cajas de vidrio de la recámara oscura:
un autómata que canta
una carta de Barbara Strozzi donde renuncia a la intemperie
debajo de una ventana
y sobre el piso de piedra
una caja de cuero guardaba una lista de objetos
en papeles oscuros: “cosas para escuchar”
en un frasco antiguo la voz de Séneca cuando moría
y a su lado un tratado de alquimia,
más abajo, esqueletos que guardaban el viento de la montaña
*****
 
 
 

elis frente al río

 

I
podría caminar en la orilla de un río marrón
ver la opacidad de las piedras
caminar y caer
como caen los ojos hacia la tumba
 
II
un cielo idéntico
a mosaicos rotos bajo el agua
un cielo frío como las ratas oscuras
que recorren las orillas claras del río
un río muerto que socava lentamente
el borde del mundo y de su cementerio

***
 
(Fuente: Tema: Poesía)

Miguel Abuelo (Miguel Ángel Peralta: Buenos Aires, 1946 - 1988)

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Buen día, día; día, buen día
Buen día, perro; mujer, buen día
Árbol, buen día; señora, buen día
Buen día, hijo; hermano, buen día
Buen día, día; día, buen día
 
Soy todos tus olvidos
Y de todos tus olvidos
Aparece mi alimento
Aquí tu libertad
Aquí tu intensión apelmazada
De ser pájaro
 
Aquí la piedra de tu risa
Aquí mi boca, arriba y gritando
Buen día, a todo lo que pasa
Yo soy el que da ruta de tu paso olvidado
Y aquel que te camina
Descalzo, entre tus pasos
Nada sé. No, nada sé, nada sé
 
Buen día, día; día, buen día
Buen día, día; día, buen día
Buen día Sol; soles, buen día
Tontos, buen día; señora, buen día
Buen día agua; fuego, buen día
Buen día aire; Luna, buen día
 
Juntos cavaremos
Hasta la superficie de la tierra
Tu dolor es amor
Transformándose en mundo
Todo lo de buscar ya fue encontrado
Creciendo vengo desde antiguo informe
Y una caja es tu cuerpo
En donde el dolor no cesa
 
Buen día, día; día, buen día
Buen día, día; día, buen día
Buen día, día; día, buen día
Buen día, día; día, buen día
 
Embelésate ahora que estás vivo
Este mundo era ya una loquería
Vamos, adelante, traerás todo junto
Llanura y vegetal entrelazados
Agua sobre fuego y fuego bajo tierra
Sé bien que tus coros se pondrían contentos

 

(Fuente: Reynaldo Jiménez)