
(Fuente: Grover González Gallardo Poesía)


(Fuente: Jonio González)
Entonces no me des un motivo por favor
No le des conciencia a la nostalgia,
La desesperación y el juego.
Pensarte y no verte
Sufrir en ti y no alzar mi grito
Rumiar a solas, gracias a ti, por mi culpa,
En lo único que puede ser
Enteramente pensado
Llamar sin voz porque Dios dispuso
Que si Él tiene compromisos
Si Dios mismo le impide contestar
Con dos dedos el saludo
Cotidiano, nocturno, inevitable
Es necesario aceptar la soledad,
Confortarse hermanado
Con el olor a perro, en esos días húmedos del sur,
En cualquier regreso
En cualquier hora cambiable del crepúsculo
Tu silencio
Y el paso indiferente de Dios que no ve ni saluda
Que no responde al sombrero enlutado
Golpeando las rodillas
Que teme a Dios y se preocupa
Por lo que opine, condene, rezongue, imponga.
No me des conciencia, grito, necesidad ni orden.
Estoy desnudo y lejos, lo que me dejaron,
Giro hacia el mundo y su secreto de musgo,
Hacia la claridad dolorosa del mundo,
Desnudo, sólo, desarmado
bamboleo mi cuerpo enmagrecido
Tropiezo y avanzo
Me acerco tal vez a una frontera
A un odio inútil, a su creciente miseria
Y tampoco es consuelo
Esa dulce ilusión de paz y de combate
Porque la lejanía
No es ya, se disuelve en la espera
Graciosa, incomprensible, de ayudarme
A vivir y esperar.
Ningún otro país y para siempre.
Mi pie izquierdo en la barra de bronce
Fundido con ella.
El mozo que comprende, ayuda a esperar, cree lo que ignora.
Se aceptan todas las apuestas:
Eternidad, infierno, aventura, estupidez
Pero soy mayor
Ya ni siquiera creo,
En romper espejos
En la noche
Y lamerme la sangre de los dedos
Como si la hubiera traído desde allí
Como si la salobre mentira se espesara
Como si la sangre, pequeño dolor filoso,
Me aproximara a lo que resta vivo, blando y ágil.
Muerto por la distancia y el tiempo
Y yo la, lo pierdo, doy mi vida,
A cambio de vejeces y ambiciones ajenas
Cada día más antiguas, suciamente deseosas y extrañas.
Volver y no lo haré, dejar y no puedo.
Apoyar el zapato en el barrote de bronce
Y esperar sin prisa su vejez, su ajenidad, su diminuto no ser.
La paz y después, dichosamente, en seguida, nada.
Ahí estaré. El tiempo no tocará mi pelo, no inventará arrugas,
no me inflará las mejillas
Ahí estaré esperando una cita imposible, un encuentro que no se cumplirá.
(Fuente: Biblioteca Ignoria)
(Fuente: Descontexto)

No dónde brota el agua,
sino dónde se la esconde,
dónde se la envasa,
dónde se factura.
No cuánto germina,
sino quiénes lo fumigan,
quiénes lo vallan,
quiénes lo comen.
No cómo protegernos,
sino cómo compartir,
cómo cuidar,
cómo amar.
Alberto García-Teresa. El áspero dolor de la esperanza. Lastura Ed. 2025
(Fuente: Voces del extremo)
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Conozco a un vendedor de hielo que usa una camisa
de franela con botones de perla del tamaño de un dólar, que arrastra un bloque de cuarenta y cinco kilos hasta la
heladera de una taberna, se sirve jamón frío y pan de centeno, le dice al cantinero que hace más calor que ayer y que mañana
va a hacer más calor todavía, por Dios, y se va con la cabeza al aire y sus dos puños ásperos. Los sábados a la noche se gasta más o menos un dólar
en una mujer de noventa kilos que lava platos en el Hotel
Morrison. Se acuerda de que cuando se organizó el sindicato les rompió
la nariz a dos carneros y aflojó las tuercas y entonces una mañana
se les salieron las ruedas a seis carretas distintas, y él salió a ver
cómo el hielo se derretía en la calle. Lo único que lamentaba era que uno de los carneros le había
mordido los nudillos de la mano derecha y entonces le sangraban
cuando llegó a la taberna a contarles a los muchachos.
Traducción de Ezequiel Zaidenwerg Dib

“Permitid que me repita: El agua es igual al tiempo y proporciona a
la belleza su doble. Constituidos en parte por agua, servimos a la
belleza del mismo modo. Al rozar el agua, esta ciudad mejora la
apariencia del tiempo, embellece al futuro. Ése es el papel de esta
ciudad en el universo. Porque la ciudad es estática, mientras que
nosotros nos movemos. La lágrima es prueba de ello. Porque nosotros
partimos y la belleza queda. Porque nosotros vamos hacia el futuro, en
tanto que la belleza es eterno presente. La lágrima es un intento de
permanecer, de rezagarse, de fundirse con la ciudad. Pero eso va contra
las reglas. La lágrima es una reversión, un tributo del futuro al pasado.
O es el resultado de sustraer lo mayor a lo menor: la belleza al hombre.
Lo mismo vale para el amor, porque nuestro amor, también, es más grande que
nosotros.”
(Fuente: Lab De Poesía)

Tango con la hondura trágica
que enlutece a las esquinas solitarias.
En las horas que engarza el silencio
tu rezo de arrabal es como una tarde
enaltecida con fiereza de puñales.
Te escuchamos bajo el agobio de una pena
que quiere ser esperanza.
Pero la congoja abre sus recuerdos
y la noche es la tristeza del mendigo,
y es el abrazo que ciñe a las calles sin cielo.
Lentamente, se aniquila la espera,
y prefieres callar, atardeciendo, así,
las caricias que procuran unas manos.
¡Tango que vienes como un sosiego,
Desde su corazón al mío!
De Los Días y Las Noches - 1926
(Fuente: Biblioteca Ignoria)

Traducción: Lab De Poesía
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(Fuente: Reynaldo Jiménez)