UN POEMA DE ÁRBOLES QUE YA FLORECERÁN
RECUERDO la tinta de la letra
y la lobreguez del cuarto
una mujer se abanicaba
con un trozo de caja.
Pasamos a la trastienda
y dijo, se tiene que intervenir ya
está de tres meses y sería peligroso
dentro de unos días, tiene que ser
ahora. El hombre tembló
y sacó tabaco. Yo no dije nada.
¿Tardará mucho?
pondremos anestesia. Estaba
desdentada y olía a ginebra.
En manos así un mundo se levanta
sobre las cenizas de otro.
Se acurrucó en la silla
y pidió sorbos de lucidez.
Sobre todo, lo hacía por el tipo,
y maldije ciertos cuerpos
en el balanceo atroz
de los instintos donde todo cae.
Me metí bajo la cama imaginariamente
tuve la sensación, era un olor.
Lo rancio, la silla,
y lo demás. Le tomé la mano
qué otra cosa. Salimos aturdidas. Bebimos té.
Me contaste que cuando eras pequeña.
Cuando era pequeña mordía el queso
y descubrían que había sido yo
porque mis dientes dejaban una señal
inequívoca. Fíjate que tontería.
Me gustaría morirme ¿sabes?
con éste ya son cuatro amores
y nada cuaja, son sangre,
déjame fumar, ayer mismo
me dijo te quiero, ¿por qué
pretender solucionarlo todo
como si llegara de una fiesta
y pisara charcos de cerveza?
Concha García
Árboles que ya florecerán
Prólogo de Olvido García Valdés
Igitur Poesía
(Fuente: Papeles de Pablo Müller)
No hay comentarios:
Publicar un comentario