LA ESFÉRICA Y PRONTUARIA
A los recuerdos así como a unas bestias inmundas habría que
encerrarlos con candado y comerse la llave.
Hasta olvidar qué es lo que olvida el olvido. Si oliva u olivo, si oveja
u ovillo.
Recuerda todo acuerdo y sucesos en que se suceden tantas
intangibilidades, ininterrumpida labor de martillo de clavos,
proliferación parasitaria de innecesarios discurrires y trastiendas.
Y donde no hay ni un pájaro herido.
Bueno, no tan innecesarios.
Herramientas en la caja de utilidades de las que una quisiera carecer.
Pero las necesito.
Para no volver a pisar la misma baldosa que salpica. Y encontrar
los anteojos, por ejemplo.
Ah! pero ellos encuentran mi recóndita armonía de fiabilidad antes que yo!
mis pasos cuando no hacen ruido
¡mis pasos!
diagnostican mi secreto centro amnésico de estable, saludable y
duradero y bla, bla, bla…
Sabemos que existe una canción que no se oye hace tiempo, cómo era?
Habría que encerrarlos a todos y tirar la llave al mar.
Anotado, anotado.
Sin prisa sin pausa
Chivilcoy, Buenos Aires, Argentina
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