Paisaje: cómo se hace
¿Este paisaje? No existe. Existe espacio vacío, a sembrar de espacio retrospectivo. ¿La presencia de la sierra, de las cecropias, de las fuentes, qué presencia? Todo es más tarde. Veinte años después, como en los dramas. Puesto que el ver no ve; el ver recoge fibras de camino, de horizonte, y no advierte que las recoge para algún día tejer tapices que son fotografías de inadvertidas tierras visitadas. El pasaje va a ser. Ahora es un blanco que se va a teñir de verde, de marrón, de ceniza, pero el color no se pega a las superficies, no modela. La piedra sólo es piedra en el lejano madurar. Y el agua de este riacho no moja el cuerpo desnudo: moja más tarde. El agua es un proyecto de vivir. Se abre un portón. Chirría. Indiferente. Una vaca-silencio. Ni la miro. Un día este silencio-vaca, este chirriar, van a latir en mí, perfectos, existentes de frente, de costado, de perfil, tangibilísimos. Alguien pregunta acá al lado: ¿Qué te pasa? No me pasa nada, salvo el sonido-portón, la vaca silenciosa. Paisaje, país hecho de pensamiento del paisaje, en la creativa distancia espaciotiempo, al margen de grabados, documentos, cuando las cosas existen con violencia más de lo que existimos nosotros: nos pueblan y nos miran, nos clavan los ojos. Contemplados, sumisos, de ellas somos pasto, somos el paisaje del paisaje.
Traducción de Ezequiel Zaidenwerg
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