Ars lunga
Estoy acá sentada para siempre inventando gente nueva como si no bastase la explosión demográfica y no hubiese bastantes problemas y terror, como bien sabe Dios, pero yo sé también. Ése es el punto. Nunca hay bastante miedo que pueda equipararse a los placeres, ni abismo lo bastante profundo, ni tampoco basta el tiempo, y algunas estrellas siempre faltan. No quiero un cielo ni una tierra nueva, los viejos nada más. Ni tampoco una vida más allá de la tumba, que Dios me ayude, o yo me ayudo sola y entonces vivo todas estas vidas, nueve a la vez o por qué no noventa, para que así la muerte pueda encontrarme siempre con los flancos expuestos, sin fortificaciones ni defensas, inexpugnable, vulnerable, viva.
Traducción de Ezequiel Zaidenwerg
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