CAPOTERAS, CALOR CORPORAL,
EN EL MAR
Vimos esa película que salió
este año, una interesante mezcla entre
la emotividad del pasto en Malick
y nostalgia que siente la cabeza al recordar
el robo para comer en la niñez
expuesto por Korine.
Con bastante acierto simuló
ser la historia de mi vida, pero las coincidencias
dejaron de ser graciosas
hace varios años. En la mitad de la función
uno de los niños protagonistas
—escondido de sus padres— toma un VHS
y le da play: la televisión muestra
una plaga de langostas como fachada
luego media hora con sexo hardcore.
Grandes senos noventeros, bigotes y cascos
de construcción: si cerramos los ojos
escuchamos luciérnagas, una piscina azul
llena con borrachos en madrugada o tu abrazo
apretado el resto del año.
Era una película deprimente
casi al final un adulto le decía a otro
que lo odiaba y que era asqueroso.
El otro respondía "Está bien, tú ganas".
Atrás en cámara lenta pasó una camioneta
negra con tres niños sobre su parte trasera
que citaban a Watanabe al tomar fotos
con el hueco de la mano
y disparaban al cielo para matar estrellas
así garantizando buenos traumas.
"Te dará un ataque al corazón!" grita una
"Qué corazón?" responde el otro.
"Se supone que desaparecerías", "Se supone
que me debías buscar, en eso consiste el juego
de las escondidas", pero nada ocurrió.
Vimos a nuestro padre llorar
nunca escaparemos de esto, a todos
nos salen moscas sin alas por los ojos.
SAXO OCHENTERO
ANTES DE LOS CRÉDITOS
¿Que me prepare
para un fundido a negro
luego de un beso?
¿Me dices que te compare
con una bandada de cuervos?
Lo entiendo. Queremos
mejorar, es necesario el rompimiento
de olas donde hubo algo de consuelo
y cero respeto. ¿Notaste ya que suena
una guitarra de fondo? ¿Su ritmo
no te acelera el corazón? Supongamos
que late, y que no hay un tronco de roble
siendo usado como almohada en tu cama.
Ese hueco al medio del pecho
tiene mejores usos que basurero.
POLVO KITCH: LA OBJETIVACIÓN
DEL AMOR EN MACHADO
¿Que te dedique más que un estornudo
y maleza, palabras?
Según tus pestañas cuando se queman
tanto al sol expuesto paladar:
debo cantar como los pájaros
si arrancan de mi cursi poesía.
No recuerdo cuál de los filósofos
que tanto te gustan, habló algo sobre
la muerte de un príncipe en las alcantarillas
y un coro compuesto
por muros que derrumbándose
dan paso libre a un ejército de bárbaros.
El punto es que creo habla
de nosotros, como todo.
¿Que te dedique más que un cosmos
en expansión y pronto a morir?
¿Más incluso
que eso?
UN DURAZNO SE PUDRE
PARA QUE TE SIENTAS COMO EN CASA
Todavía no salía el sol, y ya había amado
y dejado de amar veinte veces
a la misma persona. La duda la llevaba
al colegio el primer día de clases.
Nadie llora por ella en el cementerio
antes de tiempo. Lo miró, como quien de paso
y siendo un niño: imagina el juguete
que nunca llegará. Te amo. Silencio.
Él no dijo nada. Prendió un cigarro
se dirigió a la ventana. Trató de abrirla
sin éxito: Lo sé, no te culpo —respondió.
Silencio. Vacío. En diez minutos
ambos estarán ya en el pasado
de tu memoria. Luego la sombra del halcón
girando en círculos sobre los restos de un bosque.
NORTE
Un frasco lleno con lágrimas
te regalo. Y las gracias
me das entre aullidos
de lobo. El miembro de oro
poso sobre tu suave tordo.
¿Lo sabes, no?
Nuestro viaje
no tiene casa, sino lodo, escombros
letras que sangran
por dentro, la punta es el comienzo
del norte y nuestro amor
que por ideal se apaga, reclama.
REACTOR NUCLEAR
Me contaste un par de historias
sobre nebulosas color burdeo
que proyectan neón en quien las escucha.
Brillé una semana. Ahora lo recuerdo:
del suelo subió a toda prisa una manzana
para colgarse de la última rama. Tal vez el amor
es como la pimienta cuando se sopla, y la memoria:
papel celofán, silbidos bajo el agua, deseos que se piden
al pascuero del supermercado. Tomé tu mano, juntos
recorrimos un sendero muy angosto.
Era febrero, en el cielo más que espuma
y evolucionados dinosaurios, había humo.
NEKROMÁNTICO EMPEDERNIDO
Así como un equilibrista de piedras irregulares
en el río
me siento inventor del pánico
y sus crisis.
Viéndote llorar sobre la única comida diaria
aprendí que puedo masturbar mi cuerpo
y apuñalarme el estómago
hasta eyacular sangre
y, sin embargo, seguiría siendo
el ídolo de alguien con refrigerador
y mucho espacio en él.
Tal vez sea cierto lo que dijiste
antes de olvidarme, esto no parece poema
pero debes aceptar
que en el fondo de tu hogar
refrigerado está mi pene
sobre un plato de loza fina
y eso
algo de poesía
debe tener.
Matías José Morales (Talca, Chile, 1988). Es poeta, plomero y psicólogo. Ha colaborado con diversas revistas de poesía latinoamericanas. En el 2021 publicó el libro Polución Nocturna (BAP).
(Fuente: Círculodepoesía.com)
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