sábado, 25 de abril de 2020

Paige Lewis (EEUU, 1991)




En el momento en que vi a un pelícano devorar

a una gaviota —alas tragando alas— aprendí
que un milagro es cualquier cosa que Dios olvidó
prohibir. Así que cuando me dices que los santos
se astillan en pedacitos de hueso más pequeños que
las pecas en tu muñeca y que cada partícula
es vendida a los ricos, sé maravillarme ante esto
y no ante el hecho de que estos mismos santos están todavía
totalmente intactos y con las caras frescas en las exhibiciones
de sus tumbas de plexiglás. Santificamos nuestros propios fragmentos
cuando podemos —pacientes con trepanaciones visten
espirales de cráneo como amuletos, madres enmarcan el prepucio
seco de su primogénito y te he visto
arremolinar mi nombre en tu lengua como un guijarro para la sed—.
Aun así, trato de no aferrarme a nada por miedo a ser
triturada por lo que pueda ser arrebatado porque algunas veces
ni siquiera nuestras bocas nos pertenecen. Escucha: en
los tempranos años 20, a las mujeres se les pagaba para pintar con radio
sobre las esferas de los relojes para que así los hombres no tuviesen que preguntar
la hora en los callejones oscuros. Se les dijo que era seguro,
se les dijo que lamieran sus pinceles para afinar las puntas. Estas
mujeres se pintaban las uñas, se pintaban el rostro, y arbitraban
cuál piel era la que más brillaba, ellas revestían sus
dientes para que sus novios pudiesen ver sus mordidas
con las luces apagadas. El milagro aquí
no es que las mujeres tragasen luz. Es que
cuando su piel se diluyó y sus mandíbulas cayeron
la Radium Corporation aseveró que todas ellas murieron
de sífilis. Es que estés más interesado en
contarme sobre las sosas astillas de santos muertos, al tiempo que
los huesos de estas mujeres brillan bajo nuestros pies.

§


Nada sabemos de sus cuerpos, pero queremos


instruirlos sobre los nuestros. No somos débiles. Nuestros esqueletos
están hechos para durar incluso cuando ciertas partes se rompan
o se pierdan. Y si bien los más de nosotros nacemos
con clavículas, hay algunos que no lo hacen
—en los 80 se ganaron la vida rescatando niños
de pozos. Desde allí hemos suturado cada agujero,
pero los contorsionistas todavía existen—, en este planeta
no tienes que ser útil para que se te mantenga a la mano.
Nuestros intereses incluyen mejorar la apariencia
estética de herramientas prácticas —sombrillas con orejas de gato,
inodoros musicales, puentes rojos—. Nuestro principal escollo
es la naturaleza, aunque encontramos formas de vadearlo. Por
ejemplo, con la mezcla adecuada de químicos
y mucho de paciencia, podemos volver a un huevo
de gallina una cámara de un solo uso. ¿Qué tan desarrollados
son ustedes? No buscamos regresionar
—aun si nuestros primarios gañidos trepan por la garganta hasta salir
de la boca—, pero es sabido que somos versátiles en tensas
situaciones, es sabido que somos honestos cuando desesperados
y, siendo sinceros, aquí mismo estamos en caso les guste lo que ven.


                 Versiones de Matheus Calderón


(Fuente: Jampster) 

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