domingo, 19 de abril de 2020

Mario Nosotti (Buenos Aires, 1966)




XX


Fue como el esfumado de Leonardo
bastó un poco de sombra
así surgió la vida.
La perfección finalmente no vino
de la reproducción del máximo detalle
sino de ese dejar caer
algo en lo obscuro
algo que en la atracción de su caída
donara la abertura a lo que el ojo
quiera decida ver allí.
.
Leonardo descubrió –entre otras cosas-
la magnética fuerza de aquella
invitación
mas fértil y perfecta
que un detalle del rictus, concretud.
Lo indiscernible fue
un líquido amniótico
ese espacio que vela
lo que pueda surgir de su
frescura
el latente descanso
de imagen prometida.
Lo anterior, –me parece o mejor dicho,
confío- refuerza la teoría de la no voluntad
una vez llegado al punto
la náusea del esfuerzo
resta solo alejarse
confiar en lo que ocurra.

Fue Leonardo esfumado
como el máximo objeto de su amor
renuncia del que todo había buscado
bosquejado, pulido.
Su camino al absurdo:
mientras más claro está
no ve más ni mejor
lo que la imagen quiere
no es pulso de la línea, o la composición,
sino el preciso avance de la sombra
llamado a lo que el resto
es apenas un cuadro
una apuesta a ese punto
que exige creación.



De: El proceso de fotografiar (Viajera Editorial, 2014)

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