X L V I I . L O S F O G O N A Z O
S E N L O S Q U E U N H O M B R E
S E V U E L V E D U E Ñ O D E S Í M I S M O
La harina empolva
el aire a su alrededor y se posa en sus brazos y ojos y cabello.
———
Un hombre moldea la masa,
los otros dos la
introducen con dos largas palas en el hueco cuadrado de un horno
abierto en la pared
trasera.
Heracles y Ancash y
Gerión se han detenido ante la panadería a observar
el agujero del fuego.
Después de pasarse el
día peleando salieron a recorrer las calles oscuras de Jucu.
Medianoche sin viento y
sin estrellas.
El frío hiriente
asciende desde las viejas rocas del suelo. Gerión camina rezagado.
Siente en la boca
pequeños chorros de ácido
de los dos tamales de
pimiento morrón que ha comido a toda prisa hace unas horas.
Van siguiendo la
empalizada.
Se adentran en un
callejón, luego doblan una esquina y allí está. Un volcán en una
pared.
Veis, dice Ancash.
Qué hermosura,
exhala Heracles. Está mirando a los hombres.
Me refiero al fuego,
dice Ancash.
Heracles sonríe en la
oscuridad. Ancash observa las llamas.
Somos seres asombrosos,
piensa Gerión. Somos
vecinos del fuego.
Y ahora el tiempo corre
hacia ellos
mientras se quedan ahí,
hombro con hombro y rozándose, la inmortalidad en su rostro,
la noche a su espalda.
de Autobiografía de Rojo
Una novela en verso
Traducción y prólogo de
Jordi Doce
Editorial Pre-Textos
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