jueves, 30 de abril de 2020

Wallace Stevens (Pensilvania, 1879 – Hartford, Connecticut, 1955)

El planeta sobre la mesa



Ariel se alegró de haber escrito sus poemas.
Trataban de un tiempo recordado
De cosas que vio y que le gustaron.

Otros productos del sol
Eran residuo y mezcla
Y el arbusto maduro se retorcía.

Su ser y el sol eran uno
Y sus poemas, pese a ser productos de su ser,
No eran menos productos del sol.

No importaba que sobrevivieran.
Lo que contaba era que asumieran
Algún lineamiento o índole,

Alguna riqueza, aunque fuera a medias percibida
En la pobreza de sus palabras,
Del planeta del cual formaban parte.
 

               Versión: Isaías Garde





The planet on the table

 
Ariel was glad he had written his poems.
They were of a remembered time
Or of something seen that he liked.


Other makings of the sun
Were waste and welter
And the ripe shrub writhed.


His self and the sun were one
And his poems, although makings of his self,
Were no less makings of the sun.


It was not important that they survive.
What mattered was that they should bear
Some lineament or character,


Some affluence, if only half-perceived,
In the poverty of their words,
Of the planet of which they were part.




(Fuente: Biblioteca Ignoria)

Fernando de Herrera (España, 1534-1597)



No bañes en el mar sagrado y cano... 

 

No bañes en el mar sagrado y cano,
callada noche, tu corona oscura,
antes de oír este amador ufano.
Y tú alza de la húmida hondura
las verdes hebras de la bella frente,
de Náyades lozana hermosura.
Aquí do el grande Betis ve presente
la armada vencedora que el Egeo
manchó con sangre de la turca gente,
quiero decir la gloria en que me veo;
pero no cause envidia este bien mío
a quien aún no merece mi deseo.
Sosiega el curso tú, profundo río;
oye mi gloria, pues también oíste
mis quejas en tu duro asiento frío.
Tú amaste y, como yo, también supiste
del mal dolerte y celebrar la gloria
de los pequeños bienes que tuviste.
Breve será la venturosa historia
de mi favor, que breve es la alegría
que tiene algún lugar en mi memoria.
Cuando del claro cielo se desvía
del sol ardiente el alto carro apena,
y casi igual espacio muestra el día,
con blanda voz, que entre las perlas suena,
teñido el rostro de color de rosa,
de honesto miedo y de amor tierno llena,
me dijo así la bella desdeñosa
que un tiempo me negaba la esperanza,
sorda a mi llanto y ansia congojosa:
«Si por firmeza y dulce amar se alcanza
premio de Amor, yo tener bien debo
de los males que sufro más holganza.
Mil veces, por no ser ingrata, pruebo
vencer tu amor, pero al fin no puedo,
que es mi pecho a sentillo rudo y nuevo.
Si en sufrir más me vences, yo te ecedo
en pura fe y afetos de terneza;
vive de hoy más ya confiado y ledo».
No sé si oí, si fui de su belleza
arrebatado, si perdí el sentido;
sé que allí se perdió mi fortaleza.
Turbado, dije al fin: «Por no haber sido
este tan grande bien de mí esperado,
pienso que debe ser, si es bien, fingido.
Señora, bien sabéis que mi cuidado
todo se ocupa en vos; que yo no siento
ni pienso sino en verme más penado.
Mayor es que el humano mi tormento,
y al mayor mal igual esfuerzo tengo,
igual con el trabajo el sentimiento.
Las penas que por sola vos sostengo,
me dan valor, y mi firmeza crece
cuanto más en mis males me entretengo.
No quiero concederos que merece
mi afán tal bien que vos sintáis el daño;
más ama quien más sufre y más padece.
No es mi pecho tan rudo o tan extraño,
que no conosca en el dolor primero
si, en esto que dijistes, cabe engaño.
Un corazón de impenetrable acero
tengo para sufrir, y está más fuerte,
cuanto más el asalto es bravo y fiero.
Diome el cielo en destino aquesta suerte,
y yo la procuré y hallé el camino
para poder honrarme con mi muerte».
Lo demás que entre nós pasó, no es dino,
noche, de oír el austro presuroso,
ni el viento de tus lechos más vecino.
Mete en el ancho piélago espumoso
tus negras trenzas y húmido semblante,
que en tanto que tú yaces en reposo,
podrá Amor darme gloria semejante.
 
 
 
(Fuente: Asamblea de palabras)

François Villon (Francia, 1431 - desaparecido en 1463)


 

Balada de los ahorcados







Hermanos humanos, que viven después de nosotros,
no tengan contra nosotros endurecidos corazones,
pues, teniendo piedad de nuestras pobres almas,
Dios la tendrá antes de ustedes.
Aquí nos ven atados, cinco o seis:
en cuanto a la carne, que hemos alimentado en demasía,
hace tiempo que está podrida y devorada
y los huesos, nosotros, ceniza y polvo nos volvemos.
De nuestros males no se burle nadie;
pero rueguen que a todos Dios nos quiera absolver.
Si hermanos nos llamamos, en nuestro clamor sin desdén
nos traten, aunque hayamos sido muertos
por Justicia. Pues deben entender
que no todos los hombres pueden ser sensatos;
perdónennos ahora, ya que hemos partido
hacia el hijo de la Virgen María;
que su gracia no nos sea negada
y pueda preservarnos del rayo infernal.
Muertos estamos, que nadie nos moleste:
pero rueguen que a todos Dios nos quiera absolver.
La lluvia nos ha limpiado y lavado,
y el sol desecado y ennegrecido;
urracas, cuervos, nos han cavado los ojos
y arrancado la barba y nuestras cejas.
Nunca jamás, ni un instante, pudimos sentarnos:
luego aquí, luego allá, como varía el viento,
a su placer sin cesar nos acarrea,
siendo más picoteados por los pájaros que dedales de coser.
De nuestra cofradía nadie sea:
pero rueguen que a todos Dios nos quiera absolver.
Príncipe Jesús, que sobre todo reinas,
guarda que el Infierno no tenga sobre nosotros dominio:
nada tenemos que hacer con él ni que pagarle.
Hombres, en esto no hay ninguna burla:
pero rueguen que a todos Dios nos quiera absolver.
         Trad. J. C.Villavicencio

Juan Carlos Villavicencio (Chile, 1976)


Oscuros ríos


I


Los hombres no han advertido
…………sus ojos atados a mástiles sin canto:
el silencio
cada vez
asediando sus bestiales muros
ya sin luz.



II


Han olvidado adónde las naves
…………i hasta dónde el viento arrastra.
Cada una de las sombras camina bajo la noche
…………–ahora sin estrellas ni sextantes–
donde un espejo expone la verdad de toda lepra.



XV


Canto al amor
…………i a la curvatura de su cuerpo,
al orgasmo como mantra de toda piel,
a la sangre ardiendo reincidente,
a cada gemido sagrado sobre la hierba,
al brindis del placer i las miradas,
a la libertad de los espíritus reiterando
………….el infierno, templo i paraíso
………………………de nuestra propia guerra.



XXIV


Un sueño esquivo.

No habrá paz en la caída.

El universo es el esfuerzo de un fantasma
……………………………para convertirse en realidad.

Eterna guerra este crudo tiempo en nuestra tierra.

Un árbol muerto.

Si ahí hubiera agua…



XXXIV


Enclaustrado en la jaula de los sentidos
donde ha sido reprimido por tiranos
………………………………….ajenos a toda música
………………………………………….i visión del porvenir,
………….el hombre ha admitido
que nunca hubo ruta ni señal alguna.




(Fuente:  Vallejo & company)

miércoles, 29 de abril de 2020

Cecil Day Lewis ( Irlanda, 1904 - Reino Unido, 1972 )







Bombarderos
 

A través de la vaga mañana, el corazón preocupado,
Un grano de sonido enterrado en el aire
Comienza y crece sin advertir todavía—
La temblorosa red del pescador.

Se distiende la semilla, y ahora apretados pimpollos de sonidos
Vibran, manteniendo sus flores triunfantes
Al sol. Hay abejas zumbando entre campánulas,
En el corazón se despliegan llamas escarlatas.

Niños miran hacia arriba, y los olmos ornados de primavera
Sacudiendo sus cabezas y marcados por el hacha.
Valerosos o angustiados, pero sin suerte—
Abajo, la tierra se estremece: imaginamos la pérdida.

Negros como sabandijas, arrastrándose escalonados
Bajo el piso de nubes, vienen los bombarderos:
Los pesados ángeles, llevando daño
En sus vientres desesperados por vaciarse de la muerte.

Esta es la semilla que crece para la ruina,
El embrión de hierro concebido en miedo.
Tarde o temprano su necesidad debe ser contestada—
En miedo parido y fuego crepitante.

Elige entre tu niño y este embrión fatal.
¡Llevará tu culpa armas, y los hijos que deseas
Serán condenados a morir por los poderes que pagaste
Y rondarán las casas que nunca construiste!



            Versión Alberto Girri y William Shand



(Fuente: Caína bella)

Enrique Gómez-Correa (Talca, Chile, 1915 - 1995)



La vida corriente




A Teófilo Cid
Las bañistas golpean la frente
Dos o tres golpes una mirada a la pluma
Y después las bocas despistan las luces.
Entonces ellas inclinan sus cabezas
El calor sube de la yerba a sus pies
Los sollozos ocultos
Crecidos como la fatiga
Y alimentados igual al señor pisa-talones.
Las bañistas se absorben con el fastidio
Depositan las manos sobre delirantes losas
Le crecerán verduras por entre los senos.
Ellas evitan los gestos
Retorcidos labios por retorcidos dedos
Los peces terminan por llegar
A las perdidas paredes de su infancia.
Es para sus propias bondades
El ojo vuelve a su escondrijo
Ellas mantienen oculto el secreto de la luz
Vuelven a su cueva de ratones.
Las bañistas enfrían los senos
Algunos residuos obscurecen el cielo
El arma brilla sobre los pelos rojizos
Desaparecerá un lago a la presencia del público.
Bien refugiadas ellas están
Bajo los venenos
Los escuderos olvidan sus deseos
Las lunas como un pequeño garbanzo.
Morirán así las bañistas
Sin contemplaciones bajo su amor
Dos o tres golpes una mirada a la pluma
Y por esto y aquello
La soledad como un soldado
Sacrificada en los ojos mismos.
                                    en Poesía Explosiva, 1973
(Fuente: Descontexto) 










Hilda Mundy (Bolivia, 1912-1980)



Pirotecnia IV 

 

La luna sonreía, mostrando a la humanidad el edificante ejemplo de una dentadura imaginaria...
La tierra toda tenía ese desfallecimiento... esa postración antecesora de una «astenia» aguda y muy femenina...
El punto señalado, el sector de felicidad que marca este lirismo, por un designio oculto, residía en un soberbio chalet, todo anguloso y bello como un adolescente «cocainizado»...
Un doncel, un doncel espigado, como brotado del paisaje por un riego súbito, miraba ansiosamente una ventana «engoticada» y con luz.
Sus ojos divisaban con amor creciente a:
Una chiquilla feble y lindísima, cubierta con un largo camisín y un poco de luna...
(Poético, consumadamente poético).
Como un brochazo crudo, el doncel envió un beso inconsútil enredado en las yemas de los dedos, que la enamorada se encargó de recibirlo en la fragancia tentadora de su boca...
 ......................................................................................................................................................................................................................................................
Y pensar que este amor hecho poema, terminó con un esposo neurasténico, una esposa con la curva de la maternidad cansada, una estufa y un gato!
 
 
 
 
 
en Pirotecnia (1936), incluido en Poesía boliviana. Donde la nieve y los ríos son míticos. Antología esencial (Visor Libros, Madrid, 2015, selec. de Homero Carvalho Oliva). 
 
 
 
(Fuente: Asamblea de palabras)

martes, 28 de abril de 2020

Pepe Ramos (España, 1971)



LAS MANOS DEL CADÁVER



sigue muriendo gente que yo no conocía
a la que seguramente nunca iba a conocer
y es irónico / ahora
que se me hagan familiares sus cadáveres 
pude pasar la vida entera y nunca ver a esa mujer
a la que ayer mató el marido
o a ese niño africano que destrozó un misil
o a la víctima número 16.353 del Coronavirus
pudo pasar toda la vida
sin que sospechara ni siquiera sus rasgos
sin embargo
han bastado tres trocitos de muerte / solo tres
para quedarme con sus caras
y sus manos inmóviles 
he aquí una dolencia personal
todos se sobrecogen con las cifras
o el rostro del muerto
con su nombre o su edad o su ciudad de origen
pero a mí son sus manos las que más me duelen
sus manos mal abiertas
mucho más inútiles ahora
que el resto del cuerpo 
oh, párvulos que en su día se lo llevaban a la boca todo
reducidos a esto
adolescentes que se enamoraron de otros adolescentes
reducidos a esto
señores bien casado / señoras mal casadas
abuelos que cotizaron para un entierro familiar
abuelas con recetas únicas y trenzas incopiables
abuelos que se acababan de arreglar la dentadura
y ahora todos reducidos a esto
oh, la destreza del zurdo / la ternura táctil
los adioses las palmaditas los abrazos
los golpes secos sobre larguísimas mesas
húmedas de dolor
son las manos del muerto / sus largos dedos lívidos
esos dedos que ahora se vuelven trenzas
y se me enredan en la voz
y me aprietan me atoran me escuecen me asfixian me ahogan
hasta terminar convenciéndome de mi inutilidad 
un hombre que reconoce a los demás
solo por sus manos inmóviles es francamente inútil
esa mujer pudo estrechar mi mano un día cualquiera
ese señor pudo subir a un ascensor conmigo (y ni siquiera saludar)
y a esa señora la vi arrastrar el carro de la compra en La Latina
y aquella cruzó el paso peatonal justo a mi izquierda
(porque el semáforo le dijo que viviría muchos días más)
todos tenían planes para hoy y regalos pendientes
pero en fin / ya está / como venía diciendo
sigue muriendo gente que yo no conocía
y me resulta inútil
totalmente inútil
tener dos manos útiles
__________________________

Adhemar Cereño Quevedo (Chile, 1987)








«Arrasaremos las carreteras» Es la única condición para arrancar de
este país. La cordillera de los Andes es un espejo. Al otro lado hay
barcos que llevan pasajeros de contrabando. En su mayoría
inmigrantes que guiados por el viento recorren Sudamérica. Llevan
en sus valijas revólveres y libros de bolsillo. Silban canciones pasadas
de moda, y en sus corazones, late absoluta la juventud.




Los Intocables

Tú escondes el vértigo en los puños
para no sentir la ferocidad de las palabras.
Los antiguos poetas son intocables.
Para escucharlos desde la muerte
debes practicar piromanía en un cuarto de antigüedades,
en las periferias de la ciudad
pero prefieres hacer turismo de aerolíneas
con escala en las piernas de tu padre,
recorrer países sobrepoblados
de policías que imitan tristes rutinas de televisión.
Se trata de hacer parar autos en la carretera
bajo una despiadada lluvia de madrugada
y estrellarse con los ojos abiertos.
Si después de eso seguimos vivos,
detenernos en las posadas que siempre hemos soñado
para advertir el fin de los días dóciles.
Retomar la autopista, colisionar una vez más
ahora contra un territorio sin mapa
en el que para siempre, permanezcamos olvidados.



Ñ

La ñ
como deformación pura de la lengua española.
Mutación gráfica y hasta fonética
accidente original de lengua, paladar, nariz.
Curtida por el canto aymara
mapuche
quechua
guaraní.
También por sus conquistadores.
Falla contenida en tu apellido
que confunde al despistado lector.
Gangosa, imperfecta, incómoda.
Tuya es la virgulilla para que seas todopoderosa
dominadora de mi habla,
letra fundamental de mi sangre.
 
 
 
 
(Fuente: Bitácora del Párvulo)

Oscar Vicente Conde (Buenos Aires, 1947)


En ese lugar

 

BUDAPEST



Esa ciudad que me llama
Si hubiera llegado hasta allí
a salvo de todo
recogería medusas inteligentes
con un grial hurtado del palacio
y tendría alas invisibles para pasar inadvertido
cantaría melodías desconocidas
la mesa en medio del salón de vidrios
sin mantel
sin vajillas
sin cubiertos
con flores de tiempos inciertos
los espejos que hablan a los rostros tiesos
las sillas de felpa esperan confiadas
las brujas no se visten de negro
y son difíciles de reconocer detrás de las cortinas
las puertas no tienen miradores aliados
los que murieron no resucitan
a pesar de los rezos de las mujeres oscuras
la luz se escapa descalza debajo del puente
cerca del río que se lamenta solitario
la tierra es roja casi siempre
después de las lluvias se vuelve amarilla
en ella bailan los duendes disfrazados de larvas
el cielo se arrodilla tras las montañas
antes que el sol descubra las crestas de los pájaros
el aljibe suspira
su aliento sombrío derrumba a la mariposas
no llegué a ese lugar tan lejano
es como un sueño arrumbado en un baúl blanco
clausurado en antaño
quizá haya niños frente a la vidrieras ovaladas
sin juguetes de lata
los hombres usan sombreros gigantes
las mujeres esperan tras la ventanas dóciles
con sus labios pintados con sangre de sus dedos
ellos las besan ácidamente
para irse a la guerra que aún no fue declarada
Budapest
está lejana
allí recoges medusas inteligentes
y me reclamas en tus silencios que gritan
a salvo de todo
a salvo de mi 

Miguel Rubio Artiaga (Valencia,España, 1956)




NUNCA SALIMOS DE LAS CAVERNAS

 

Nunca salimos de las cavernas.
Nos las llevamos como improntas al rojo vivo
marcadas en la cabeza.
Sus estucados de estalactitas punzantes
y las mágicas figuras pintadas
en rincones ceremoniales,
que parecen estar vivas
por el alumbrar inquieto del fuego
Nunca acabamos de curarnos
de las heridas de los Dientes de Sable.
Del miedo ancestral a la oscuridad
o el pánico al Trueno y su tambor gigante.
Es más, hay veces que da por pensar
que ni siquiera con toda nuestra sabiduría
acabamos de bajar del todo
del alto refugio de los árboles.
Nosotros, los inventores de dioses,
los domadores del invencible fuego,
los que ponemos muros al mar,
los que cambiamos el curso de los ríos
con la locura de un inocente juego.
El día que la Pachamama no resista el dolor,
acompañado por la rabia de sus desgarros,
nos quitará la soberbia de un final manotazo.
Nunca salimos de las cavernas.
Nos las llevamos puestas a los despachos
a los ministerios, a los monasterios,
cada vez que hablamos de negros y blancos,
cuando dejamos abandonados en el camino
a los huérfanos, a los viejos, maltratados,
a los enfermos, heridos o discapacitados.
Nosotros, los que jugamos a las guerras
que tomamos el papel de inventores de vida
que nos vemos como el ombligo del Mundo,
y somos verdugos, jueces, fiscales, abogados y jurado.
¿Quién hace el papel de reo o acusado?
Decíos mirándoos a los ojos, solo un minuto.
¿Somos la Solución o la Enfermedad Terminal de este Mundo?
 (Libro... Jaulas para Tiranos)

Jorge L. Borges (Buenos Aires, 1899 - Ginebra, 1986)




MILONGA DE MANUEL FLÓREZ

 

Manuel Flórez va a morir.
Eso es moneda corriente;
morir es una costumbre
que sabe tener la gente.
Y sin embargo me duele
decirle adiós a la vida,
esa cosa tan de siempre,
tan dulce y tan conocida.
Miro en el alba mis manos,
miro en las manos las venas;
Con extrañeza las miro
como si fueran ajenas.
Vendrán los cuatro balazos
y con los cuatro el olvido;
lo dijo el sabio Merlín:
morir es haber nacido.
¡Cuánta cosa en su camino
estos ojos habrán visto!
Quién sabe lo que verán
después que me juzgue Cristo.
Manuel Flórez va a morir.
Eso es moneda corriente;
morir es una costumbre
que sabe tener la gente."

Abu Nuwas al-Hasan ibn Hani al-Hakami (Irán, Persia, 747-815)



El credo de Abu Nuwas 

 

Rezo con piedad cinco veces al día;
protesto dócilmente la unidad de Dios;
hago mis abluciones cuando debo
y no rechazo al menesteroso.
Una vez al año, guardo un mes de ayuno;
me mantengo apartado de los falsos dioses.
También es cierto que no soy un mojigato
y que acepto un vaso cuando se me ofrece.
Riego con vino puro la buena carne
de cabras y cabritos gordos y sabrosos,
con huevos, vinagre y verduras tiernas,
que es lo mejor contra la resaca.
Y cuando la caza se pone a mi alcance
me lanzo tras ella como un lobo hambriento.
Dejo sin embargo las llamas del infierno
para la herética camada de los chiíes
y que ardan en él eternamente.
 
 


incluido en Poesía árabe clásica (Titivillus, Internet, 2017, selec. de Alfonso Bolado).
 
 
(Fuente: Asamblea de palabras)

lunes, 27 de abril de 2020

Hugo Finkelstein (Argentina, 1949)




No 
No es no, y hay una sola manera de decirlo:
No.
Sin admiración, ni interrogantes, ni puntos suspensivos.
No, se dice de una sola manera.
Es corto, rápido, monocorde, sobrio y escueto.
No.
Se dice una sola vez,
No.
Con la misma entonación,
No.
Como un disco rayado,
No.
Un No que necesita de una larga caminata o una reflexión en el jardín no es No.
Un No que necesita de explicaciones y justificaciones,
no es No.
No, tiene la brevedad de un segundo.
Es un No, para el otro porque ya lo fue para uno mismo.
No es No, aquí y muy lejos de aquí.
No, no me deja puertas abiertas ni entrampa con esperanzas,
ni puede dejar de ser No, aunque el otro y el mundo
se pongan patas arriba.
No, es el último acto de dignidad.
No, es el fin de un libro, sin más capítulos ni segundas partes.
No, no se dice por carta, ni se dice con silencios,
ni en voz baja, ni gritando, ni con la cabeza gacha,
ni mirando hacia otro lado, ni con símbolos devueltos;
ni con pena y menos aún con satisfacción.
No es No, porque no.
Cuando el No es No, se mirará a los ojos y el No se descolgará
naturalmente de los labios.
La voz del No, no es tremula, ni vacilante, ni agresiva y no deja duda alguna.
Ese No, no es una negación del pasado, es una corrección del futuro.
Y sólo quien sabe decir No puede decir Sí.

Anne Carson (Toronto, Canadá, 1950)



    X L V I I .   L O S    F O G O N A Z O S   E N    L O S    Q U E    U N   H O M B R E
    S E   V U E L V E   D U E Ñ O     D E     S Í   M I S M O


La harina empolva el aire a su alrededor y se posa en sus brazos y ojos y cabello.

———

Un hombre moldea la masa,
los otros dos la introducen con dos largas palas en el hueco cuadrado de un horno
abierto en la pared trasera.
Heracles y Ancash y Gerión se han detenido ante la panadería a observar
el agujero del fuego.
Después de pasarse el día peleando salieron a recorrer las calles oscuras de Jucu.
Medianoche sin viento y sin estrellas.
El frío hiriente asciende desde las viejas rocas del suelo. Gerión camina rezagado.
Siente en la boca pequeños chorros de ácido
de los dos tamales de pimiento morrón que ha comido a toda prisa hace unas horas.
Van siguiendo la empalizada.
Se adentran en un callejón, luego doblan una esquina y allí está. Un volcán en una pared.
Veis, dice Ancash.
Qué hermosura, exhala Heracles. Está mirando a los hombres.
Me refiero al fuego, dice Ancash.
Heracles sonríe en la oscuridad. Ancash observa las llamas.
Somos seres asombrosos,
piensa Gerión. Somos vecinos del fuego.
Y ahora el tiempo corre hacia ellos
mientras se quedan ahí, hombro con hombro y rozándose, la inmortalidad en su rostro,
la noche a su espalda.




de Autobiografía de Rojo
Una novela en verso

Traducción y prólogo de Jordi Doce

Editorial Pre-Textos

Herman Hesse (Alemania, 1877 - 1962)




Oda a Hölderlin 

Amigo de mi juventud, a ti vuelvo agradecido
de atardecer en atardecer, cuando entre los saúcos
en el jardín que duerme no suena más
que la fuente susurrante.
Ya nadie te conoce, amigo; en estos nuevos tiempos
muchos se han alejado del silente encanto de Grecia,
sin plegarias ni dioses,
y sin alborozo el pueblo camina sobre el polvo.
Pero en una secreta bandada de fervientes ensimismados
a los que Dios llenó el alma de añoranza
todavía resuenan las canciones
de tu arpa divina.
Cansados del trabajo regresamos prestos
a la extasiante noche de tu canto,
cuyas ondeantes alas nos protegen
con un sueño dorado.
Nuestra eterna nostalgia,
que nos conduce a los templos de los griegos,
más nos encanta con el ardor encendido de tu canción,
más dolorosamente arde en pos de aquellos sagrados tiempos pasados.



Escrito en la arena 

Que lo hermoso y lo encantador
sea tan sólo aliento y tormenta,
que lo delicioso, lo maravilloso
y lo propicio no duren:
que las nubes, flores, pompas de jabón,
que los fuegos artificiales y las risas de los niños,
la mirada de una mujer en el espejo
y tantas cosas tan maravillosas
desaparezcan, apenas descubiertas,
que duren no más que un instante:
¡ah, eso lo sabemos con tristeza!
Lo duradero e inmóvil
no nos parece tan valioso:
piedras preciosas de fuego gélido,
pesada barra de oro reluciente;
las mismísimas estrellas,
que permanecen alejadas y extrañas, no nos resultan
semejantes a nosotros, seres transitorios:
no llegan a lo más profundo del alma.
Es como si lo hermoso y lo amable tendiera a la destrucción,
cerca siempre de la muerte,
y que lo más valioso, las notas musicales
que desde el nacimiento
corren y se extinguen,
son nada más que ligero aliento, torrentes, huida.
Y dolorosamente derribados por un leve soplo,
no permanecen más que el tiempo
que dura un latido;
sonido tras sonido, casi apenas entonados,
manan y se esfuman.
Y así se entrega a lo fugaz
lealmente nuestro corazón,
a la vida, a lo que surge de continuo,
y no a lo que, rígido, dura.
Muy pronto lo que permanece nos fatiga,
joyas, rocas y el cielo estrellado,
a nosotros, errantes del eterno cambio,
almas y pompas de jabón,
al tiempo unidos, y fugaces,
a quienes el rocío de una hoja rosa,
a quienes el cortejo de unas aves,
la muerte de las nubes,
el brillo de la nieve, el arco iris,
la mariposa voladora;
nosotros, a quienes el roce sonido
de una risa fugaz
nos parece una fiesta
o nos causa dolor.
Amamos cuanto nos es semejante, y entendemos
lo que el viento escribe sobre la arena.


       (Fuente: El vuelo de la lechuza)

Jorge Campero (Bolivia, 1953)




Jaguar negro

 
 
Debo empezar dándote las gracias
Por dejarme perdido en medio de buenos augurios
Guiado por la sed del peyote
Y tener para mi boca el sexo de las constelaciones
La sed que nos anuda a ciudades de piedra
Húmedas y silenciosas
En los valles sagrados
Sobre la tierra donde escuchamos latir días venideros
Saludados por los muertos
Huesos de piedra verde
En andas
Besados por el sol
Mientras dormíamos
La brisa cantando
La chicha de los maizales
Retumban los truenos
Refucilos
Culebras de plata
Llueve sobre tu plumaje
Y arrastrados por la furia turbia del río
-Agua ya no sé cómo te nombro-
 
 
 
         De  Jaguar azul
 
 
(Fuente: Juan Carlos Maldonado) 

Aurora Venturini (La Plata, 1922 - Buenos Aires, 2015)



Los oscuros señores ayer me visitaron

con sus trajes de gala para entierros de ricos.
Los oscuros señores que deparan el sueño
por pura cortesía estuvieron conmigo.
 
Aves de catedrales elegantes y finos
con el pelo lustroso de cuervos, elocuentes
como legisladores del bien y del mal, fueron
hasta mi lecho ardido y besaron mi frente.
 
Yo les temí al principio. A veces las tres parcas
absorben otras formas para apresar la vida
devanarla y cortarla cual girón de lino.
Yo les temí, pero ellos de allá, me sonreían
 
 
 
de Racconto, Buenos Aires, Corregidor, 2004
por Maria Paula Salerno










TROVA FINAL
No por este de mí
que es sol y libertad, te pido;
no por este de alcurnia real
que al primer llanto
con un retozo de ala
responderá al minuto.

Sino por este otro
que hiciste a la medida
del cántaro para llevarle;
sino por este otro
que hiciste a la medida
de lo común, bastardo,
sin asidero, solo,
comida de la sombra,
goce de larvas y lemures.

Este de mí, malsano,
herido y maculado
que en la oquedad de un pozo
desecharán los hombres.
 
 

de La trova, Buenos Aires: Colombo, 1962. Impreso

Aurora Venturini (La Plata, Buenos Aires, 1922 - 2015)




La exposición de Bellas Artes

 

El profesor me dijo: Yuna —así me llaman— tus cuadros son dignos de integrar una exposición. Hasta puede ser que alguno se venda.
Me alborozó tal alegría que salté sobre el profesor con todo el cuerpo y quedé adherida al cuerpo del profesor con los cuatro miembros: pies y piernas y nos caímos juntos.
El profesor dijo que yo era muy bonita, que cuando creciera íbamos a noviar y que me enseñaría cosas tan bonitas como dibujar y pintar pero que no divulgara nuestro proyecto que en realidad era sólo su proyecto y yo supuse que se trataría de exposiciones más importantes y entonces volví a asaltarlo y lo besé. Y él también con un beso de color azul que me repercutió en lugares que no nombro porque no estaría bien y entonces busqué una tela grande y sin dibujar pinté en rojo dos bocas presionadas enganchadas, unidas, inseparables, cantarinas, y dos ojos arriba, azules de los que desmayaban lágrimas de cristal. El profesor, de rodillas besó el cuadro y ahí se quedó, en la sombra y yo volví a casa.
Conté a mamá de la exposición y ella, que no entendía de arte, contestó que esos mamarrachos informes de mis cartones harían reír a los concurrentes a Bellas Artes, pero que si el profesor quería a ella no le iba ni le venía.
Cuando expuse, entre otras obras de alumnos, me compraron dos cuadros. Lástima que uno fue el de los besos. El profesor lo bautizó: Primer amor. A mí me pareció bien. Pero no comprendí del todo el significado.
Yuna es una promesa decía el profesor y esto me gustaba tanto que cada vez que lo decía me quedaba después de hora para saltarle. Él nunca me retó. Pero cuando me crecieron las tetitas me dijo que no lo saltara porque el hombre es fuego y la mujer paja. No entendí. No salté ya.



                                           En Las primas



(Fuente: Biblioteca Ignoria)

Anne Sexton (EEUU, 1928 - 1974)



  Queriendo morir




Ahora que lo preguntas, no recuerdo la mayoría de los días.
Ando en mi ropa, sin que el viaje me marque.
Hasta que ese deseo casi innombrable regresa.

Aun así no tengo nada contra la vida.
Conozco bien las hojas de hierba que mencionas,
Los muebles que instalaste bajo el sol.

Pero los suicidas manejan un lenguaje especial.
Como los carpinteros, tratan de conocer sus herramientas.
Y nunca se preguntan por qué construyen.

Dos veces me he develado con total simplicidad,
He poseído al enemigo, he comido al enemigo,
He asumido su oficio, su magia.

De esa manera, pesada y reflexiva,
Más caliente que el aceite o el agua,
He descansado, babeando por el agujero de la boca.

Nunca creí que mi cuerpo estaba sobre la punta de la aguja.
Hasta que la córnea y los restos de orina se fueron.
Los suicidas ya han traicionado al cuerpo.

Nacidos muertos, no siempre mueren,
Pero, deslumbrados, nunca olvidan esa droga tan dulce
Que hasta un niño al mirarla sonreiría.

¡Enterrar toda esa vida bajo tu lengua!–
Eso, por sí mismo se convierte en pasión.
La muerte es un hueso triste; magullado, se diría,

Y sin embargo me espera, año tras año,
Para deshacer, con toda delicadeza, la vieja herida,
Para liberar mi aliento de su mala prisión.

En equilibrio allí, los suicidas a veces se encuentran,
Rabiosos con el fruto, con una luna hinchada,
Abandonando el pan que confundieron con un beso,

Abandonando la página del libro abierto al descuido,
Con algo sin decir, el teléfono descolgado
Y el amor, que sea lo que haya sido, fue una infección.



             Versión: Isaías Garde





Wanting to Die


Since you ask, most days I cannot remember.
I walk in my clothing, unmarked by that voyage.
Then the almost unnameable lust returns.

Even then I have nothing against life.
I know well the grass blades you mention,
the furniture you have placed under the sun.

But suicides have a special language.
Like carpenters they want to know which tools.
They never ask why build.

Twice I have so simply declared myself,
have possessed the enemy, eaten the enemy,
have taken on his craft, his magic.

In this way, heavy and thoughtful,
warmer than oil or water,
I have rested, drooling at the mouth-hole.

I did not think of my body at needle point.
Even the cornea and the leftover urine were gone.
Suicides have already betrayed the body.

Still-born, they don’t always die,
but dazzled, they can’t forget a drug so sweet
that even children would look on and smile.

To thrust all that life under your tongue!–
that, all by itself, becomes a passion.
Death’s a sad Bone; bruised, you’d say,

and yet she waits for me, year after year,
to so delicately undo an old wound,
to empty my breath from its bad prison.

Balanced there, suicides sometimes meet,
raging at the fruit, a pumped-up moon,
leaving the bread they mistook for a kiss,

leaving the page of the book carelessly open,
something unsaid, the phone off the hook
and the love, whatever it was, an infection.




(Fuente: Biblioteca Ignoria)

Hermann Broch (Viena, 1886 – New Haven, 1951)


Mientras nos abrazábamos



Mientras nos abrazábamos
trotaban afuera los corceles apocalípticos.
¿No los hemos oído? ¡Claro que sí!
Los hemos oído, pero el sonido era tan lejano
que solo era un estorbo para nosotros,
un titular de periódico, una voz radiofónica.

Me perseguían ya una vez más;
de milagro he escapado
ileso de ellos; sí, ileso,
y por ello no vale nada esta muerte
que ya entonces me había amenazado.
Yo soy solo uno de tantos.

Titulares de periódicos y noticias radiofónicas
construyeron las paredes de la caverna en la que nos hallábamos,
y rojo era el tejado del brillo centelleante
de las ciudades que se quemaron por todas partes.
No fue un placer verte, pero al alzar la mirada
tuvimos que verlo.

No cerramos los ojos por cobardía y
tampoco por indiferencia ante un cuerpo extraño
quisimos no oír;
no para huir quisimos encerrarnos en nosotros,
sino porque ahora tal vez cada uno ha de buscar
a aquel a quien le valga un último pensamiento,
cuando se trata
de que la muerte no sea un completo sinsentido.

¡Oh, no debemos morir en un completo sinsentido!
Muchos se han restablecido de una enfermedad grave
o han escapado de otro modo a la muerte, pero solo
quien ya se ha puesto ante la puerta,
detrás de la cual los hombres son torturados hasta alcanzar el estado animal
hasta que han de entregarse a la muerte sin su yo,
solo ese sabe lo que es el sinsentido.
Así me ocurrió a mí y quizás tú lo sospechabas
cuando me buscaste.

De otro modo no habría sido posible que
nos abrazáramos, aunque afuera
trotaban los corceles apocalípticos,
y supimos que su coz
parte un cráneo lo mismo que una nuez.




© herederos de Hermann Broch
© Montserrat Armas y Rafael-José Díaz, de la versión al castellano
de: En mitad de la vida. Poesía completa. Ediciones Igitur. Barcelona. 2007.


Vicente Zito Lema (Buenos Aires, 1939)




Anuncio del colibrí
 

Son tiempos en que también los asesinos
hablan de paz

Elevan sus copas
Y hasta brindan con una lágrima en la cara
El sol sigue girando
Y las hormigas y los perros devorando los árboles
la carne
y lento lento las puertas de la ciudad
En tanto crece el jadeo en la noche del hospicio
Y el aire se cristaliza como un puerto de invierno
Señal del naufragio: un colibrí dorado que cae
sobre la arena
STOP
Aquí en el supermercado hay alegría en paquetes
rosas para todo presupuesto
Con largas colas
Donde no faltan los matones sindicales
puesta la sonrisa que Dios manda
Indignación se borró de esta carrera
Kohutek el cometa se acerca sin mayor misterio
El científico que lo descubrió viaja a Chile
Dice que allí los cielos son más limpios
15mil asesinados no empañan la claridad
de la bóveda ciega
Cuando llega el alba todavía se descuartiza
a los caballos

Buenos Aires es una ciudad
húmeda con 30 grados
de calor este viernes de verano
Nada asoma tras las nubes negras…
Es el último año que comemos debajo de los racimos
de uva y de las frescas hojas
La casa irá a remate
¿Qué pensará el abuelo Manuel el de los ojos celestes?
(Él la levantó con ladrillos de sueños vivos)
¿Alguien puede decirnos qué hacer con el pasado?
Las paredes ya no aguantan otra mano de pintura
Ni los techos la lluvia
Ni la familia las penas
Señores fantasmas señoras grietas basta de disfraces
Bajemos que Fiorentino es un buen chasonier
¿Tinta roja?
¿Un valscesito criollo?
¿Prefieren una danza de novios o de luto?
¿O mejor los muchachos peronistas?
En el portón han escrito con aerosol
LA SANGRE DERRAMADA NO SERÁ NEGOCIADA
Y en el frente de la casa de doña Josefa aún se lee
PERÓN VUELVE - LIBERTAD A LOS COMBATIENTES
Han pasado siete meses desde que los compañeros
salieron de la cárcel
Es decir 210 días o 210 lunas contadas las de mar
¿Recuerdan cómo fue aquello?
¿Recuerdan que desde muy temprano fuimos llegando
a Plaza de Mayo
que había sol y lo comparábamos con aquel
domingo de noviembre…?
-Entonces llovía los tanques nos cercaron
y la mayor parte de nosotros no pudo cruzar
el río Matanza
ni acercarse a Ezeiza-
Pero ese día de la patria en la plaza el sol
Era amarillo y suave y venturoso
En la pirámide se agitaba un retrato del último caído
Alto
Muy alto –un vigía implacable / desolado-
Y las columnas avanzaban con los rostros de
Perón y Evita
de los fusilados en Trelew
Los bombos sonaban fuertes
En los cánticos nacían pasiones inocentes
Y en los abrazos el reencuentro con otra primavera
la más esperada
Las paredes tenían de rojo y negro las siglas de
la guerra
Junto al nombre de los mártires
de la larga resistencia
Y Cámpora que saluda emocionado
A su lado Dorticós y Allende
Y la marina sin poder desfilar
Y el ejército sin poder desfilar
Expulsados
Despreciados
Mientras todo un pueblo les gritaba
SE VAN SE VAN Y NUNCA VOLVERÁN
Después se encendieron las antorchas
Y marchamos encolumnados hasta Villa Devoto
¿Cuántos éramos? ¿80… 100 mil…?
¿Cuántos salieron a las calles a vernos pasar?
a traernos sus corazones que se abrían
como un cáliz tenso y joven?
La noche se alzaba en desafío
Era el epílogo de años esenciales
¡Cómo iban a quedar cerradas las puertas del penal!
¡Quién puede detener el furor de una aurora…!

Pasado todo me senté en una plaza con mi mujer
La besé
Ella se apoyó sobre mi hombro
como un delicado pájaro de alturas
Había descendido en la ciudad una paz desconocida
Atrás quedaban tormentas…
Mares inhóspitos… El furor de unos dioses
y de unos hombres dormía…
¿Alguien ha guardadi un poquito de felicidad
de esas horas?
Cuando salían uno a uno los compañeros con sus
paquetes de ropas y de libros
Cuando el padre de María Angélica los apretaba
como si apretara otra vez a su hija
No al cajón cerrado enviado por la marina
Sino a esa muchacha de pelo negro
Que él había llevado a la escuela
Enseñado a cruzar la calle a tomar los cubiertos
A la que besaba los domingos tras las rejas de
ese mismo penal…
¿Por qué las cosas se pudren tan pronto?
No hablo de los cuerpos de los compañeros muertos
que también se han podrido
Ese es otro cantar
Porque ahora uno puede soñar que son la presurosa
agua
Que son el fuego que crepita y extiende
su corona de jaspe hacia la bóveda
Que son la tierra (el girar sin pausa de la
tierra)
Que son el aire que penetra y deja
el necesario dolor de la memoria
Pero con los demás con los que estamos vivos:
¿qué pasa?
¿Por qué seguimos en el camino que lleva
a peores desgracias? ¿Por qué no gritamos
antes que se nos pierda el alma?
¿Por qué no mandamos a la santa mierda
este silencio de cómplices que nos agota
como la lenta fiebre de un pantano?
He aquí a nosotros veteranos los de corazón exhausto
¿Perfumes de azahar un cuaderno para la buena
letra o una pared donde llorar nostalgias?
¡Vamos! Antes de reventar: ¿pronunciaremos
otra vez a solas
el lastima bandoneón de una curda feroz…?
¿En qué alcantarilla de sangre se ha escurrido
el dulce vino de cambiar el mundo
de construirnos a nosotros mismos
solidarios
críticos
románticos…?

Es cierto: la furia pesa en muchos huesos
Sin embargo hoy por hoy nadie abandona el barco
¿Qué se gana entonces con ocultar
los vientos concretos que nos impulsan?
¿Maneras de la política nosotros que anhelábamos
razones esenciales
móviles no pervertidos?
Estamos hartos de danzas y contradanzas
De oportunismos
Del monstruo de dos caras que estamos pariendo
De eso se trata
Pregunto:
¿Es necesario comer en la misma mesa con los
asesinos?
¿Esperar que aclare cuando lo que se pervierte
es el propio sentido de la luz?
¿Confundirnos en la corte de los milagros con
canallas y bufones de dudosa alegría?
¿No es pagar con usura la realidad de lo posible?
Quejas del peor augurio más que desencanto
Las puertas se cierran ferozmente nuevas noticias
en los diarios
El hampón que es ministro de trabajo dice impúdico
que el Comandante Guevara era un renegado
Trabajadores despedidos persecución de militantes
atentados con granadas y bazokas
listas gigantes de condenados a muerte
Por un lado: la traición
Por otro: soberbia e infantilismo
el diario alejarse de las masas
¿Cuál será nuestra próxima historia?
¿Simple papel de cigarrillos para tantos sueños…?
Son tiempos en que los asesinos hablan de paz
Nosotros juramos ante las tumbas de los amigos
Desolados
Toda la noche se abre ante nuestos pasos
Nada asoma tras las nubes negras
Apenas un colibrí dorado deja de volar



(Fuente: Caína bella)