Cattivo tempo
El siroco trae a los diablos menores:
un portazo
a las cuatro de la madrugada
anuncia que han vuelto,
más insolentes y más gordos
por la mala literatura
y los dramas cursis.
Son Nibbar, demonio
de los berretines y de la estupidez,
y Tubervillus, demonio
del chisme y el rencor.
Nibbar va al estudio
para susurrar de manera plausible
lo que casi está bien,
lo que casi es verdad.
Cuídate de él, poeta,
por si, leyendo por encima de tu hombro, encuentra
lo que lo pone contento,
el estilo artero,
el significado confuso,
el poema malo.
Tubervillus se dirige al comedor,
resuelto a escuchar,
esperando que se le dé pie.
Cuídense de él, amigos,
por si a sus instancias la charla
toma un giro equivocado,
la lengua suelta
con perversidad espeta
una verdad a medias,
la diversión se afea,
y los chistes duelen.
No los subestimes; con sólo
romper el poema
o cerrar la boca
no derrotarás a ninguno de los dos:
encontrarte a solas,
confinado en tu dormitorio
fabricando allí,
por lascivia o autopreocupación
algún quejoso e intratable
diablillo propio,
eso es también triunfo de ellos.
El contraataque correcto es aburrirlos;
dejar correr la tediosa pluma
por la tediosa correspondencia,
menear la afilada lengua
en chapuceado italiano, pedirle al peluquero
socialista que adivine
o al monárquico pescador que nos diga
cuándo cambiará el viento,
engañando al infierno
con la obviedad humana.
1949
a las cuatro de la madrugada
anuncia que han vuelto,
más insolentes y más gordos
por la mala literatura
y los dramas cursis.
Son Nibbar, demonio
de los berretines y de la estupidez,
y Tubervillus, demonio
del chisme y el rencor.
Nibbar va al estudio
para susurrar de manera plausible
lo que casi está bien,
lo que casi es verdad.
Cuídate de él, poeta,
por si, leyendo por encima de tu hombro, encuentra
lo que lo pone contento,
el estilo artero,
el significado confuso,
el poema malo.
Tubervillus se dirige al comedor,
resuelto a escuchar,
esperando que se le dé pie.
Cuídense de él, amigos,
por si a sus instancias la charla
toma un giro equivocado,
la lengua suelta
con perversidad espeta
una verdad a medias,
la diversión se afea,
y los chistes duelen.
No los subestimes; con sólo
romper el poema
o cerrar la boca
no derrotarás a ninguno de los dos:
encontrarte a solas,
confinado en tu dormitorio
fabricando allí,
por lascivia o autopreocupación
algún quejoso e intratable
diablillo propio,
eso es también triunfo de ellos.
El contraataque correcto es aburrirlos;
dejar correr la tediosa pluma
por la tediosa correspondencia,
menear la afilada lengua
en chapuceado italiano, pedirle al peluquero
socialista que adivine
o al monárquico pescador que nos diga
cuándo cambiará el viento,
engañando al infierno
con la obviedad humana.
1949
En W.H. Auden: Los Estados Unidos, y después. Poesía selecta, 1939-1973, Ediciones Activo Puente, Buenos Aires, 2009
Traducción de Rolando Costa Picazo
Más poemas de W. H. Auden en Otra Iglesia Es imposible, UNAM, A Media Voz, Rialta, Altazor, De Sibilas y Pitias
Sirocco brings the minor devils: / A slamming of doors/ At four in the morning/ Announces they are back, / Grown insolent and fat / On cheesy literature / And corny dramas, / Nibbar, demon / Of ga-ga and bètise, / Tubervillus, demon / Of gossip and spite. // Nibbar to the writting-room / Plausibly to whisper / The nearly fine, / The almost true; / Beware of him, poet, / Lest, reading over / Your shoulder, he find / What makes him glad, / The manner arch, / The meaning blurred, / The poem bad. // Tubervillus to the dining-room / Intently to listen, / Waiting his cue; / Beware of him, friends, / Lest the talk at his promoting / Take the wrong turning. / The umbated tongue / In mischief blurt / The half-home truth, / The fun turn ugly, / The jokes hurt. // Do not underrate them; merely / To tear up the poem. / To shut the mouth / Will defeat neither: / To have got you alone / Self-confined to your bedroom / Manufacturing there / From lewdness or self-care / Some whining unmanaged / Imp of your own, / That too is their trumph. // The proper riposte is to bore them; / To scurry the dull pen / Through dull correspondence, / To wag the sharp tongue / In pigeon Italian, / Asking the socialist / Barber to guess / Or the monarchist fisherman to tell / When the wind change, / Outwitting hell / With human obviousness.
1949
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Foto: W. H. Auden en Fire Island, Nueva York, Estados Unidos Jerry Cooke/ Corbis/ Getty Images/ The Guardian
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Foto: W. H. Auden en Fire Island, Nueva York, Estados Unidos Jerry Cooke/ Corbis/ Getty Images/ The Guardian
(Fuente: Otra Iglesia Es Imposible)
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