sábado, 8 de marzo de 2025

John Berger (Londres, 1926 - Francia, 2017)

 

Kutak-kutak-kutak...

 

Me quedo tan quieto
bajo el árbol
que el chotacabras empieza
a cantar de nuevo. 
 
Y aquí, bajo el árbol,
recuerdo algunos
de aquellos presentimientos.
 
En todas partes hay dolor.
Y, más insistente
y más aguda que el dolor,
en todas partes hay
una expectante espera.
 
El chotacabras se queda en silencio
y otro le contesta río abajo.
 
Enumerar es una manera
de aproximarte secretamente
a algo que no es
lo que estás enumerando.
 
El Szum tiene la misma voz que el Ching.
 
La libertad no es amable.
 
Nada está completo,
nada está terminado.
 
Nadie decía esto en Gordon Avenue,
pero yo lo sabía.
 
El chotacabras alza el vuelo
por encima de mí
para reunirse con su compañero, 
 
y a la luz de la luna
filtrada por las nubes entreveo
la fila de puntos blancos
de las plumas de la cola.
 
Las sonrisas invitan a la felicidad,
pero no revelan qué tipo de felicidad.
 
De todos los atributos humanos,
la fragilidad -que nunca está ausente-
es la más preciosa.
 
Señalo hacia el cielo
en la dirección por la que ha volado
el chotacabras. 
 
¿Y ésa?, pregunto.
Ésa es Andrómeda,
responde Camellia,
te lo he dicho mil veces.
 
Volví lentamente a la casa. 
 
Si no le asalta a uno el pánico,
en la oscuridad se tiene menos prisa.
Hay más tiempo.
No había luz en las ventanas.
 
Subí a la plataforma de hormigón
y atravesé el agrietado porche.
No encendí la luz.
 
La puerta del dormitorio estaba entornada.
La escasa luz que entraba por la ventana
cubría la cama como una red de arrastre gris. 
 
Los tres estaban dormidos.
Olek contra el pecho de su padre,
la mano en la barbilla, pegada a la boca,
y Danka acurrucada
contra la espalda de Mirek. 
 
Una mariposa nocturna me rozó la mano
en la oscuridad. Cma!* 
 
Sólo el cuerpo humano puede desnudarse,
y sólo los humanos anhelan y necesitan
dormir juntos, piel con piel toda la noche. 
 
Cma.♧
 
 
John Berger (versificado por mí / Santiago Rebasa)
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*forma en que el pequeño Olek llama en su lengua de descubrimiento a la mariposa nocturna. 
 
Una espera expectante. Todo este largo relato de la espera de los recién casados mientras John cocina lentamente una sopa ácida, transcurre entre la paz de un lago y la turbulencia de un río que en cualquier momento puede tragarse todo. La calidez y la dulzura acechadas por lo agrio de la nata y lo ácido e inquietante de la acedera colorida. De esta forma, versificando la última parte de El Szum y el Ching, esos ríos polacos de Berger, logro terminar este libro. Había quedado suspendido, interrumpido. Me lo apropio de esta manera y puedo así llegar a la otra orilla. Hay libros que te cambian. O su lectura ocurre en tiempos de metamorfosis, y colaboran en el devenir de la crisálida. Me apropio así también de esa búsqueda de la belleza de John, ese escudo y esa lanza. 
 
♧Fragmento versificado por mí de El Szum y el Ching. En: Aquí nos vemos. John Berger. Traducción de Pilar Vázquez. (Alfaguara, Buenos Aires, 2005)

 

(Fuente: Santiago Rebasa)

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