RAÚL GÓMEZ JATTIN
(1945)
Ahí va el hombre al que la guayaba se le pudrió
en la cabeza. Consumido a trozos por sí mismo, con
un pie en la luna y otro pateando
Raúl, iracunda loca, hace mofas en la plaza
a gente de moral pobre y sobrevaluada
por encima de su ética.
¡Qué van a saber de locura y su vecina muerte!
Qué de que el detritus que en el pantalón
corto tijereado llevas es el azufrado aroma
de un infierno personal jamás fingido.
Raúl, marihuano y hongo, buen amigo,
porque bueno fuiste, ¿quién lo duda?
No en el sentido que otros dicen serlo y no lo son.
Buenos sí, tus amigos y comadres
que un tazón de sopa a tu delirio dieron,
y usadas camisas como te gustaban:
de colorido puño abierto de mariposas.
Tú más que nadie lo supiste: el amor castiga
no con desaamor sino con más amor.
La adolescencia es algo perdido que no vuelve
pero se espera. Amor en ti fue el penetrado
detrás de la puerta, hundido clavo tímido
a los once en caliente hoyo de gallina.
Iniciado como fuiste en púbica pelambre
de una burra. El infame tiempo siempre queriendo
a esto: las palabras con metáforas
ajenas y, seducido por la arboleda de Villon,
insistías noche a noche a dejarlo, no obstante,
más que palabras o simple letra, poesía era.
Vivir por siete años en una hamaca es dormir
lo más cerquita del aire. Ahí va el puta pana
Raúl de Cereté, temido y burlado bajo la lluvia
de semen que lo arrastra, lo unta a los postes,
rabioso respondes a pedradas a la grosera
risa de los muchachos de la Escuela, Raúl,
tu rostro embadurnado de lágrimas de orine.
Bello loco sabes duelen, sí que duelen,
lastimaduras de la calle, pero sólo sangran pena
las del alma que te acompañan a todas partes. Y
la que más duele la hace la hojilla
del desprecio: una madre a la que no perdonaste
el adulterio y dar a luz un niño
que no llegó a ser hombre, ahogado en ron blanco
por el humo de la yerba, basuko y
doña coca, para que en el abismo no fueran
las palabras a juntarse con la seductora voz
de diablo, neurótica y amargada, disfrazada
de Belleza, confundida sí, queriendo, sin
lograrlo, con el silencio de Dios, que lo dice
todo y atención pide, oído, al instante, como
esto que es tu único equipaje: letras reunidas,
palabras encontradas. Fuiste tan genial que
tu burla fue saber volverte loco para guardar
tu corazón de la maldad, tu escupido, apaleado corazón,
lo dispuso así. Peligroso para otros
a los que perdonas 'porque no saben lo que hacen' con
quien, a falta de Cruz, se echa al pavimento con el brazo
doblado sirviéndole de almohada, esperando que el río
de los sueños acompañe en su viaje al poeta que
no teme a la muerte. Tú mismo pasando al
lado tuyo. ¿Qué más te puede pasar?
<Ser poeta es más que un destino literario>
Está en un poema tuyo que tu vida corrobora.
en Retratos de la sala. C.S. 2013-2021.
Fotografía: el poeta Raúl Gómez Jattin
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