miércoles, 5 de marzo de 2025

Sabrina Barrego (Luján, Buenos Aires, 1987)

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EL SÍNDROME DE CHARLES BONNET

 

Después de que mi abuelo murió
mi madre seguía viéndolo
sentado en el zaguán del patio,
callado, tomando mates
hasta que súbitamente salió
de todas las habitaciones
emprendiendo caminos distintos y lejanos,
quizás hasta reunirse con su Dios eternamente
y pedirle que se apiade de nosotros.
Visión lateral, me dijeron una vez
que se llama ese fenómeno
de alucinaciones complejas
que aparecen durante el duelo
tras la muerte de un ser querido.
Lo que es algo totalmente normal,
o sea, -nada patológico-
mientras sea por ese lapso prudencial.
A mí me sucede todo el tiempo
cuando veo oscilar las sombras
a mi izquierda y a mi derecha,
figuras geométricas, formas, luces
sin presencia de sonidos ni de ideas artificiosas.
A menudo sentí miedo por causas irracionales;
otras tantas, compañía y,
las más, cierta vergüenza.
Por eso es que nunca lo conté.
Hace poco supe de un síndrome
que provoca síntomas similares
y, aunque puede confundirse
con trastornos de la vista
o simplemente la ilusión,
es tratable o, al menos,
se experimenta al respecto
con ciertos fármacos:
olanzapina, risperidona, valproato, haloperidol
entre otros que conocí en el hospital.
Por ese entonces los días
pasaban como envueltos en un papel blanco y
yo miraba todo para adelante
con anteojeras como los caballos.
Ahora que los abandoné
lo siento casi como un duelo
(detrás de cada cosa que hago,
de la niña que fui hace años,
la joven que se ilusionaba,
la hija, la madre que fui en aquellos días y
la mujer de una hora atrás y
otras tantas, también extrañas,
que supe ser y ya olvidé y
que van todas juntas como en un funeral),
me complace pensar
que, como alguien que busca regresar
a un lugar amado, deja a propósito
un cuaderno, un collar, unos anteojos, una prenda
pequeña
que le sirva de pretexto para volver.
Así los muertos dejan la vida y vuelven en un reflejo
para decirnos que
como las cosas siempre fueron y
para siempre serán,
esto,
también,
pasará.
 
 
(Fuente: Daniel Rafalovich)

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