Como
el fogonazo
que deja un meteorito
cuando se desintegra
en la atmósfera
nos dieron por cierto-,
la poesía
se pierde
en pedazos de hielo,
piedrículas,
alquitrán
y gotas de cisnes
que caen
en el tremendo desierto.
Nadie recordará
el verso tal
o el hemistiquio cual,
y, en definitiva,
será memoria
chiquita
de los talibanes
rojinegros
y circulillos de lenguas bífidas.
Y el poeta cuero de sapo
como si nada,
en un castillo de papeles
y lamentos
destinados
al no-no.
¿Dónde Propercio
y el Tunduco Pérez?
- Inédito-
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