¿Tuviste que vaciar
el cajón de cubiertos de tus padres?
¿Estaban vivos?
¿Fue necesario urdir una mentira
para sacarlos de la casa?
¿Controlaste el temblor
al descolgar los cuadros
con su capa finísima de polvo?
¿Te encontraste de frente con
la letra pidiendo
aplausos para la cocinera?
¿Fue suficiente desviar la vista?
¿Los sacaste a los dos
a la vereda
o calculaste llevarlos
primero a uno
al otro
y acomodaste la silla en el baúl
antes de hacer
girar la llave vuelta y media?
¿Pesaba más la silla
que tu conciencia de hijo que no sabe
a ciencia cierta
qué daño escuece más
entre dos males?
¿Volviste al día siguiente
para encontrar las sábanas revueltas
el mate sin tomar en la mesa de luz
el velador prendido?
¿Guardaste la cuchilla grande
en tu propio cajón de los cubiertos?
¿Arden los ojos cuando picás cebolla?
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