En la inminencia de los cuarenta años
Me sigue el pensamiento en este burgo
oscuro donde corre un viento de altiplano
y el vuelo del vencejo corta el hilo
sutil de las colinas a lo lejos.
Pronto serán cuarenta años de desazón,
de tedio, de alegrías imprevistas, fugaces
como es fugaz en marzo la tormenta
que esparce luz y lluvia; son las postergaciones,
es el desgarramiento con las manos tendidas
de mis seres queridos, mis lugares,
son las costumbres de años, que de pronto
se rompen, que ahora debo comprender.
Sacude el árbol de dolor sus ramas…
Se alzan en remolinos, en enjambres,
los años a mi espalda. No fue en vano,
es esta la obra que se cumple, que hacen
uno y todos, los vivos y los muertos,
es penetrar el mundo opaco, por
senderos claros y por subterráneos
pululantes de efímeros encuentros y de pérdidas,
o de amor en amor o en uno solo
de padre a hijo hasta volverse límpido.
Y dicho esto puedo encaminarme
velozmente a la eterna omnipresencia
del todo en la existencia y en la muerte,
perderme así en el polvo o en el fuego
si tras la llama aún perdura el fuego.
Mario Luzi
[Versión de Pablo Anadón.
Córdoba, 16-II-23]
Mario Luzi
[De Onore del vero, Pozza, Venezia, 1957,
en: Tutte le poesie, I. Il giusto della vita,
Garzanti, Milano, 1979]
(Fuente: El trabajo de las horas)
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