relatividad
Cuando nos despertamos espantados en la oscuridad
nuestras pupilas tantearon la forma de las cosas conocidas.
Los fotones libres de las rendijas como galgos en la pista
revelaron la duplicidad de la luz en sus sombras proyectadas
rayando la pared de un laboratorio oscuro, ya no son partículas
y con una onda se despiden de todas las certezas.
¿Qué hay de seguro en un universo que se aleja
como el grito de una sirena a medianoche? Dicen que
un destello que se ve desde dentro y fuera de un tren a toda velocidad
explicará por qué el tiempo se dilata como una tarde perfecta;
predice agujeros negros donde las líneas paralelas se cruzarán
cuyos horizontes son sombríos aún a la luz de las estrellas
curvadas en sus trayectorias, no puedo aguantar. Si llegamos lejos
pensando esto, ¿no podrían nuestros ojos adaptarse a la oscuridad?
Versión de Nicolás López-Pérez
Fotografía de Tony Rinaldo
Emma Gunst
/
Relativity
for Stephen Hawking
When we wake up brushed by panic in the dark
our pupils grope for the shape of things we know.
Photons loosed from slits like greyhounds at the track
reveal light’s doubleness in their cast shadows
that stripe a dimmed lab’s wall—particles no more—
and with a wave bid all certainties goodbye.
For what’s sure in a universe that dopplers
away like a siren’s midnight cry? They say
a flash seen from on and off a hurtling train
will explain why time dilates like a perfect
afternoon; predicts black holes where parallel lines
will meet, whose stark horizon even starlight,
bent in its tracks, can’t resist. If we can think
this far, might not our eyes adjust to the dark?
(Fuente: La comparecencia infinita)
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