martes, 28 de febrero de 2023

Adam Wolniewicz (York, Maine, EEUU, 1985)

 

Coníferas

 

Hojas indistinguibles hechas pasta

por la lluvia y las suelas. En el porche,

una babosa trepa sin notarnos

por la pared descascarada. Adentro,

la luz por las persianas bajas pinta

un claroscuro, el de la intimidad

interrumpida de una casa en torno

a la mesa vacía. En el reloj

de la pared una langosta ríe

pintada, y da la hora de una época

que aparece y se aleja como ondas

de un lago. ¿Quién, y cuándo,

tiró la última piedra. No volvimos

a este pueblo, a esta casa, a los tablones

de esta mesa de roble a responder,

ni a ser la piedra que nos apuntale

o nos hunda del todo. Nos sentamos

a la mesa. Sorbemos, deglutimos

materia frita. Si los robles crecen

y expanden sus anillos abrazándolos

a un centro que se achica, vos y yo

crecimos al revés. En el otoño

de nuestro descontento, caminemos

otra vez por los médanos: las botas

se entierran en la arena, el viento raspa

las mejillas. Vayamos de la mano

al bosque, a ver los pinos, que se yerguen

orgullosos, el uno junto al otro,

y siembran en el suelo agujas secas.



Trad. Ezequiel Zaidenwerg


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