lunes, 27 de febrero de 2023

Margaret Atwood (Ottawa, Canadá, 1939)

 

Nada

 

Nada como el amor para devolverle

la sangre al lenguaje,

la diferencia entre la playa y sus

distintas piedras y vidrios rotos, un duro

alfabeto cuneiforme, la delicada cursiva

de las olas; espinas y huevas líquidas, desierto

y marisma, verde que vuelve de un salto

de la muerte. Las vocales carnosas

otra vez como labios o dedos arrugados, y los dedos

juegan con las piedritas reblandecidas

como se juega con la piel. El cielo

no está vacío y allá lejos, sino que lo tenés

acá nomás, contra los ojos, derretido, tan cerca

que le sentís el gusto. Tiene gusto a

sal. Lo que te toca es lo que vos tocás.

 

 

Traducción: Ezequiel Zaidenwerg


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