sábado, 25 de septiembre de 2021

Patricio Manns de Folliot (Chile, 1937 - 2021)

 

 

Curatoría.
In Memoriam
 

CUANDO SE FUE
 

"Para todos la Patria o para nadie"
decía escrito en tiza
en la muralla,
donde estaba su muerte
floreciendo.
De allí se la llevaron
(flor de sangre);
el tejado volvió a ser
el tejado.
Y el que canta nubló
sus ojos grises.
Ya nadie sabrá nunca
su alto nombre,
nadie verá el candado
que cerrará
su hambrienta
boca
suave,
sus pupilas.
Nadie el lugar
de la ciudad enferma,
en que sembraron bajo
dulce tierra
su honor ensangrentado
y su coraje.
Pero veremos
florecer segura
-como vieja
escritura renovada
por las tenaces tintas
de la sangre -
su primavera
muerta
en el tejado
el once de septiembre
(a mediodía),
el once de septiembre
(bajo el humo).
el once de septiembre
(a sangre llena).
Recuérdalo.
Recuérdalo.
Recuérdalo.
Recuérdalo.
Con odio.
Con amor.
Recuérdalo.
 
 
 

EL EQUIPAJE DEL DESTIERRO
 

Tú me preguntas como fue
el acoso aquel que obtuve
Metes la lengua en mi cabeza,
en mi pensar, en mi algo.
Y bien, te dejo suponer
que abandoné mi pueblo.
Que huí rompiendo el crudo
umbral como un puma aterrado.
Pero yo te aseguro que no
me han quitado nada.
Puesto que de esta tierra no
me podrán apartar.
Pues como van a robar
mi volcán y su volcana.
Desviar de mi alma el embocar
del río con su ría.
Hacharme en el paisaje el árbol
con su arboladura
Matarme en plena sien el rudo
piojo con su pioja.
Quemar con un fogón usual
mi libro y su librea
Juntarse el yatagán con mi dolor
y su dolora.
Hacer agua en temporal mi
bote con su bota
Batir en retirada mi conjuro
y su conjura
Vibrar la cuerda de mi solfeo
con su solfear
Tú me preguntas cómo fue
el acoso aquel que obtuve
Pones el ojo a ojear en la
estación de mi memoria
Y bien concedo que al final
ganaron la batalla
Que falta conocer el resultado
de la guerra.
Pero confieso que yo no
extravié un grano de polen
Puesto que de esta tierra no
me podrán apartar.
Pues como van a extenuar
mi caso con su casa
Adelgazar mi saco vecinal
con su saqueo.
Uncir mi canto universal
de grillo a su grillete.
Vaciar de contenido
mi araucano y su araucaria.
Cavar con fúnebre placer
mi tumbo con su tumba.
Frenar la turbulencia
de mi gesta con su gesto
El choque de mis esperantes
con su espera dura
El equipaje del destierro
es mi maleta de humo.
Puesto que de esta tierra no
me podrán apartar.
 
 
 
 

LA DIGNIDAD SE CONVIERTE EN COSTUMBRE

 

A Bautista van Schouwen(MIR)
Silencioso,
con silencio de piedra submarina,
con la conciencia sometida
al hierro,
con la muerte trenzando
sus cuchillos,
sintió que se quedaba desvestido
de sangre, de cabellos y de uñas,
de ojo y de piel,
como si fueran un violento equipaje,
el único equipaje,
o un dosel, un visillo, una terca ventana
que atajaran el ojo a los verdugos
de Bautista van Schouwen, compañeros
¡Tan callado!
¿quién hubiera pensado que pudiera
coronar con silencio su conducta?
¿recordar a la especie la decencia?
¿y juntar sobre el cuerpo luminoso
los golpes propinados a su pueblo,
la espina y la cadena?
Ha crecido Bautista van Schouwen para siempre,
elevado a semilla frutal, que desde ahora
nos da la dignidad para hacerla costumbre,
para escribirla en todos
los presidios del mundo.
Secando la memoria,
clausurando la boca,
no dijo una palabra,
ni una fecha, ni un nombre,
ni un país, ni un río, ni una flor,
ni un bosque,
ni una abeja que sirvieran
de mapa a los verdugos
de su pueblo
Eso es todo.
Así es todo de simple, compañeros:
en el duro momento de los hechos
es tajante como agua de cascada
y declara invencible su silencio,
se doctora en metal enfurecido,
se gradúa de bosque indescifrable,
se viste de eficacia,
se acoraza en conciencia:
ha humillado las garras que araron en su piel,
y así es que su tormento
se convierte en un surco,
y al golpearlo en la tierra
lo forjaron semilla.
 
 
 

ME APODERO DE USTED DE ESPEJO A SUEÑO
 

Imagino que ya sabe quien soy.
Imagino que sabe que le acontezco, habiendo
destituido sin ninguna ceremonia
particular, los pies de barro
de sus húmedos semidiocesillos,
en la arteria capital de los pantanos idolátricos.
¿Alejandra, por qué?
Así como la mar se cae al hombre
y se ahoga en él, y se cae
la cuerva hacia y en torno
del cuervo,
para rodearlo de plumas, enredarlo de carne,
afirmarlo de huesos vacíos, ahorcarlo
en duro esfínter,
hasta terminar fecundándose vallejamente
a sí misma, así yo la apialé
a mi puerta en movimiento,
a mi casa caracola,
enigmática y rodante,
y así me convirtió
usted a la secta de su
orgánico ébano parcial.
Alejandra, por qué no?
Era cuestión de andar en curva recta,
de vigilarlo todo con los ojos cerrados,
de considerar los adelantes cáusticos,
los lados equiláteros,
los atrases rústicos restringiéndose
en la sopa caudal del tiempo muerto, para
encontrar el humus de sus sandalias
retroactivas, y sentarse a comer bajo el dintel
de la puerta, en aquel hotel donde esa vez se hallaba,
con una manzana debajo
de la gorra
y una gorra aplastando la pirámide.
Alejandra, le dije, por qué
no construimos?
Y entonces, sintiendo el olor de mis mordiscos
que tarareaban en la fruta,
usted salió
y me puso encima,
para amedrentarme,
su par de almendras que indagaban mucho,
su cabello retinto como noche fueguina,
su ronco argentinazgo, su frente
sudamericana, pero debajo de ella,
una boca riendo sin remilgos, y más abajo, aún,
el manjar suculento de su cuerpo,
entretanto ataviado hasta
el pescuezo (pues llovía),
ordenando sus próximas premuras
y la segura estirpe con el cálido
modo de programar el vamos.
Alejandra, insistí lluvioso,
por qué no construimos una?
Después ha continuado promulgándose el asunto
tribal, las lecturas congénitas,
la ansiedad
sindrómica, el robusto muérdago totalitario,
la garantía atávica del fauno episcopal, la aventura
gozosa que humedece
las articulaciones
de la vida, la vida manzanaria,
los atuendos
del espíritu, el contagio, la sed,
la desnudez.
Más hondo,
la gana tremebunda de coger
el martillo
y clavetear con huesos la madera contrita,
y coger el serrucho y trozar
los espasmos
de las álgidas vigas, y la escopla turbulenta y pulir
el juramento en su estertor,
su cartílago nupcial,
los resabios morales de la copulación,
y también la vandálica escofina
a partir de la cual
el aserrín aflora de la piel.
...Y en fin, cada
herramienta, cada esfuerzo tenaz, cada reiteración de movimientos,
en -por ejemplo-
un Cro-Magnon matando su oso cotidiano,
un Neanderthal modelando sus hijos, su bufido enciclopédico,
su alimento, su estructura,
su lanza, su desvelo, su calzado,,
su mamouth, su escondrijo,
su asentarse
amenazando hierático el crepúsculo con el fémur de un enemigo muerto.
Y nosotros amándonos ya, desnudos
todavía en el zaguán periférico
de París,
cromagnoneando, neandertaleando,
sin techo ni cornisa ni escalera
ni avión
ni balaustrada ni cama ni desván
ni escopeta
ni tanque ni sillón ni portón
ni lámpara ni hamaca
ni vitral ni sendero ni bazuka
ni rosa
ni excusado.
Me apodero de usted de espejo
a sueño.
Alejandra: puesto que lloverá episódico otro invierno, por qué
no construimos una casa?
 
 
 

CANTIGA DE LA MEMORIA ROTA
 

Vino a nadar la playa entre
mis rocas,
El mar me ha contemplado
ola tras ola,
El barco ha timoneado mi carcasa
Y escucha mi rumor la caracola.
El calor se despoja de mi lana,
La oveja me trasquila en cada estío,
Mi padre bebe de mi vino brusco
Y mi madre se cuelga de mi avío.
Un caballo y su espuela
me cabalgan,
Un camino me pisa diariamente,
Los zapatos del polvo me han hollado
Y el sol me considera
un inclemente.
La tierra ha preparado mi piel llana,
El arado me surca embravecido,
El trigo ha dispersado mis semillas
Y el pan con diente claro
me ha mordido.
Un caballo y su espuela
me cabalgan,
Un camino me pisa diariamente,
Los zapatos del polvo me han hollado
Y el sol me considera un inclemente
Que quema con sus rayos
a la gente.
El frío hace un chamanto
con mi sangre,
La boca de un aullido me proclama,
La casa que me habita no me barre
Y sobre mi extensión duerme una cama.
La puerta me golpea en busca
de alguien,
La lágrima me enjuga en dos pañuelos,
Un espejo se mira en mis ultrajes
Y hay un libro que lee en mi desvelo.
Un celaje contempla mi caída,
El malhechor comenta mi mal paso,
Un país me ha buscado sobre
el mapa
Y no ha encontrado nunca el menor trazo
Y esa herida me venda la amargura
Y la muerta se duerme entre mis brazos.
 
 
 
OBRA:Memorial de Bonampak(1955)
Brosquil(2003)
Cantología(2004)
Los dolores del miembro fantasma(2014)
e/o
RÍOS√2021
 
 
 
(Fuente: Marcelo Sepúlveda Ríos)

 

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