domingo, 26 de septiembre de 2021

Chantal Maillard (Bélgica, 1951 / España)

 

 



Sin embargo…

 

Sin embargo, 
sin embargo, 
sin embargo… No me
fío de mí. Nada es 
permanente. Menos 
lo es la palabra. Esto 
tampoco, 
esto tampoco, 
esto tampoco. No me fío, 
no te fíes de quien 
dice, de quien 
habla, de lo que se 
dice, de lo que dices, 
de lo que digo, 
no me fíes, 
no te fío. 
La lucidez es una chispa, un 
estado de conciencia 
en las multiplicadas estancias 
de la conciencia o que hacen 
conciencia, las estancias 
que se alargan, se prolongan, se 
continúan, y así 
se le llama conciencia 
a aquella continuidad. 
No me fío, no te 
fíes de las estancias, 
se estrechan, 
se acortan, 
se invaden, 
desaparecen, 
la lucidez es un instante 
entre estancias, 
ventanas en la mónada que 
si permanece bajo 
la luz del foco se hace estancia, 
también ella, y sufre 
las mismas convulsiones. 
Sin embargo, 
sin embargo, 
sin embargo… lo 
que intuyo ahora 
se borrará mañana, 
luego,
ahora, 
apenas se haga pensamiento, 
conciencia: estancia. Atrapamos 
la sensación que invade las entrañas, 
muy abajo, 
muy adentro, 
muy homogénea, la atrapamos 
y la hacemos eso: “sensación”, 
la nombramos, 
la describimos… la perdemos. Ya 
no es ella, ya no es eso, ya no es. 
Aún está allí pero 
no es lo que digo, 
lo es apenas, 
no es lo que oís, 
no es eso, no 
os fiéis, 
no me fíes, 
no te fío.

De nuevo cae la tarde, 
mengua la luz. 
Los colores del otoño vienen del oeste, 
decía aquel poeta chino. 
El mundo está en mí. 
No me apartaré. 
Acojo todos los colores, el 
estío dentro de mi otoño, 
porque sé que no 
hay fin, que no habrá término. 
Todo comienza y termina en mí. 
Yo soy el infinito proyecto de mí misma
por encima de mí
me sobrevuelo.  

 

 Tłum. Ada Trzeciakowska

 

(Fuente: Ada Lírica)

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