Un amigo duerme
Un amigo duerme
Tus manos por las sábanas eran mis hojas muertas. Mi otoño era
un amor por tu verano.
El viento del recuerdo resonaba en las puertas de lugares que
nunca visitáramos.
Permití la mentira de tu sueño egoísta allá donde tus pasos
borra el sueño. Crees estar donde estás.
Qué triste nos resulta estar donde no estamos, así siempre.
Tu vivías hundido dentro de otro tú mismo, abstraído a tal punto
de tu cuerpo que eras como de piedra.
Duro para el que ama es tener un retrato solamente.
Inmóvil, desvelado, yo visitaba estancias a las que nunca ya retornaremos.
Corría como un loco sin remover los miembros: el mentón apoyado
sobre el puño.
Y, cuando regresaba de esa carrera inerte, te encontraba aburrido,
con los ojos cerrados, con tu aliento y con tu enorme mano abiertos,
y tu boca rebosante de noche mar como mariposas vuelan en el aire
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