Bodegón con cidras, naranjas y rosa
Francisco de Zurbarán (1663)
Igual que las dos
manos de un gigante,
la sombra se
complota con
la gravedad
para exprimir
la luz y dejar sólo
arcilla, se lamentaba
Zurbarán. Lo cual
quiere decir que tiene
que encontrar una forma
contraria de pintar, salvo
que quiera que también
las naranjas se le peguen
y se apelotonen
como cramelos. Y
ahora su esposa
cayó enferma.
Traducción de Ezequiel Zaidenwerg
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