Hoy
no me decepcioné
con Platón,
no tuve presente
el alma
de donde sale
la voz estoica;
rehuí
la piedra como piedra,
la rígidas condiciones
en cuanto
Spinoza & Marx,
la yunta que determina;
claro,
lo pleno, el vacío
y los átomoi;
no me estafé
con las intuiciones de Kierkegaard,
esquivé de cintura
y fintas verónicas
la culterana realidad
que Góngora dejó,
no me ceñí a Espronceda
ni Pérez Galdós.
Y desiguales,
la tierra y cielo,
la carne y el apetito,
la semblanza y el reflejo.
¿Bernhard?,
galería de fúnebres coyunturas.
Y así vagué
en sueños,
rehusado.
Simplemente
dediqué el corazón
a mi perro,
y él sus ojos.
Y soy feliz.
en esta atmósfera
de perenne animalidad.
- Inédito -
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