EL PAVO REAL
Seguramente va a casarse hoy.
Debió ser ayer. Está listo, en traje de gala. Solamente espera a su prometida. No ha venido. No puede tardar.
Resplandeciente de gloria, se pasea con el aire de un príncipe
indio y lleva encima las ricas prendas habituales. El amor aviva el
brillo de sus colores y su penacho tremola como una lira.
La novia no llega todavía.
Sube a la cima del techo y mira del lado del sol. Lanza su grito diabólico.
¡León! ¡León!
De este modo llama a su prometida. Nadie viene, nadie responde.
Las aves domésticas ni siquiera alzan la cabeza. Están aburridas de
admirarlo. Vuelve a bajar al patio, tan seguro de su belleza, que es
incapaz de guardar rencor a nadie.
Su matrimonio se efectuará mañana.
Y sin saber en qué emplear el resto del día, se dirige hacia la
escalinata. Sube por las gradas como por los escalones de un templo, con
paso oficial.
Se recoge su traje de cola, tan pesado, que no puede desprenderse de él.
Y una vez más repite la ceremonia.
Versión de Genaro Estrada
(Fuente: Nexos)
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