lunes, 28 de diciembre de 2020

Laura Rodríguez Sayd (Madrid, España, 1977)

 

 

La vida viene. La vida se va. Nosotros hacemos vida.
Virginia Woolf
Puede una enfurecerse
con su entera mismedad
por haber consentido
que el reloj se detuviera

Encolerizada
porque el tiempo
- inerte -
no regresa
No va a regresar

De nada sirve la velocidad
cuando todo está perdido,
porque no hay sitio en tierra firme
donde quedarse a ser
e t e r n a

Solo el mar
que engulle sus versos agrios,
que arrastra al fondo
todos los relojes parados,
borrándola para siempre





SOY UNA MUJER EXTRAORDINARIA:
mitad mujer
y mitad mujer






Se me ha gastado la voz
de hacer presa y barro
las palabras
Encalladas
van a morir
contra los incisivos
Desoladas
las ballenas
que no digo
Una colección de
huesos desmedidos
que no me caben
en el cuerpo




Te digo que no hay pies para las calles
Y no me crees

Que puedo masticar la corteza de una naranja
que yo misma he arrancado
a la rama de un árbol

Pero no me crees

Te cuento
el norte se agota
Los labios no apuntan
y están clausurando la mirada
con sus puertas hinchadas
y su media luna roja

Y sigues sin creerme

Afirmo
soy feliz

Tengo un hogar en el vientre
Preparo tostadas que aciertan
en el centro del plato
Todos los semáforos
me encuentran en verde

Y entonces, sí
Todo te lo crees

Pero no me crecen geranios
en los balcones
No rugen copla los transistores
Hay un barco extranjero
que aúlla mi nombre
Y el lunar de mi cuello es una araña
devorando la muerte de mi padre




Yo quisiera detenerme bajo un olivo
Una manta de cuadros con su tarde a lo lejos
Entretenerme con el horizonte deshuesando aceitunas

Y que no anocheciese




La fortaleza se reduce
a una llave que no encaja
en ninguna cerradura

Una puerta secreta
tapiando cualquier entrada
          - sin salida -



El olvido es
el mejor
atajo





(Fuente: Emma Gunst)

 

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