lunes, 21 de diciembre de 2020

Estela Zanlungo (Lomas de Zamora, Buenos Aires, 1958)

 

 

La procesión

 

 
Aquí una hormiga
carga su peso muchas veces sobre el cuero
y ya quisiera el mejor buey
tener su tozudez de viento en contra
su gusto por lo azul
su olfato por el dulce.
 
Después de un rato encuentro el caminito
de la depredación:
pienso en la red de obreras que obedece
a una genética ancestral
como un ensayo de pasos de ballet
en miniatura.
 
Si me separo un poco
la línea negra se pierde entre las hojas.
Se están llevando mi jardín
sobre el lomo desnudo
como quien roba un niño
y se lo ata a la espalda
envuelto en un pañuelo.
 
Ahora que oscurece entro en la casa.
Las flores de la noche
han empezado a humedecer
el aire de mi patio
y yo me traigo esa resina
pegada en el vestido;
juraría que afuera se sostiene
un cuchicheo detrás de los geranios
distinto al canto de los grillos.
 
Ah, quién tuviera la gracia
de entender con el cuerpo
la ley de la comuna.




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