sábado, 1 de enero de 2022

Marcelo Sepúlveda Ríos (Chile, 1965)

 

FAMILIA

si fuéramos más hermanos
tal vez yo no sería el menor
 
 

VÉRTICCE

tejo un sentimiento de santa oscuridad frágil así
me suele suceder
me desgarra y desaparezco
en la turbulencia
esa misma que me otorga
extrañas y divinas
revelaciones 
 
 

ARPEGIO

la poesía la sostengo en un recuerdo reciente
en la planicie herida del primitivo vernáculo
en una composición entregada resuelta quizás
alejada que me condiciona
a no deprimir
este acto que con mui poca fe para tanto agnóstico
con tanto cadáver a cuestas
con tanto luto
en el gramado en el oficio
en quién soi pensando
en hacer escarnio sobre
la obra publicada
que no cubre que no encuentra
el deseo en la prédica del poema
algo que revienta que se apodera
i flota con una música zunca clave ruina a mí despojo desaliento
que aborrezco con puñal de brutal aliento eterno próximo al infierno
me propongo sonreír i crujir
sin límite en la discusión bajar
con calma la mirada perdonar
a ojos fieros en un montón
de parpadeos que perpetúen
la gravidez de los astros imaginando una sinfonía
en el vertical i lúdico
pentagrama del vacío 
 
 
 

DERRUMBE PANORÁMICO
 

vivo encerrado en la causa
primera que debe perpetuarme
montículos de ideas viudas
escurridizas en la bruma
que jamás se diluyen
en el ejercicio de tono
tanguero de la escritura
 
lo mío cae abrupto en pie
me asaltan en lecturas
de anarquistas poetas
condenado viaje tropo
sintaxis interna del contorno
rara manifestación 
 
tristeza de vino en el paisaje
camino doble en contorsiones
y guiños en el barroco vernáculo
que no descubro nada
que no quiero descubrir 
 
 
 

NO HE DE COMER DE LA FRUTA 
 

locura de paz locura de pan
una sonata de enorme frontera
de un fascinante clavicordio
desde la naturaleza recia
háblome con estas palabras
no he de comer de la fruta
no he de beber de la fruta
 
no me olvido
de los señalados menesteres
me despido por si me pierdo
por si no llego
en esta redención casi segura
a lo predecible de la forma
viviendo en el paisaje
acérquenme a una silla robusta
mi cuello es un ciclo
temperamental
 
torpemente vivo i habló al presente
porqué un futuro escaso presiento
aún así agradezco en el palco
de las gracias a los amigos
que no están
a quienes han dominado
otras lenguas i costumbres
he vuelto al mismo sitio
en el cual me vieron crecer
desde aquí les abrazo
desde un sueño sin pleitesía cabalmente sincero
 
la huella que cruzo está iluminada
antes del viaje que siempre quise
por caminos de años otoñales
en lo diamantico de la expectativa
quebradas pero armónicas
con júbilo i anhelo
 
el día tiene hoi lo tranquilo
de la tranquilidad silencio subterráneo e infinito
que sopla levemente la tarde
sobre la tarde zigzaguea 
 
un hombre abatido renace
puedo sentirlo puedo llorarlo
sentado en un banquillo vociferó
mientras sigo los pasos de la gente
no hay sensación alguna
no hai otra miradai
no hai otro sentimiento
no quiero está vez
mi derrotada compañía  
 
 

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