martes, 25 de enero de 2022

John Berger ( Inglaterra, 1926-2017)

 



El sentido de la vista

 

(…) ¿Cómo causa inquietud la poesía? ¿Cuál es la tarea de la poesía?
No me refiero con esto al trabajo que encierra la escritura de un poema, sino a la labor realizada por el propio poema escrito. Todos los poemas auténticos contribuyen al trabajo de la poesía. Y el objetivo de este trabajo incesante es unir lo que la vida ha separado, o lo que la violencia ha desgarrado. Generalmente, el dolor físico se puede aliviar o detener mediante la acción. Todos los demás dolores humanos, sin embargo, se deben a una forma u otra de separación. Y aquí el alivio es menos directo. La poesía no puede reparar ninguna pérdida, pero desafía al espacio que separa. Y lo hace con su trabajo continuo de reunir todo lo que ha quedado desperdigado.

Mi bien amada
qué dulce es bajar
a bañarse en el estanque
ante tus ojos
y dejarte ver cómo
mi túnica de lino empapada
y la belleza de mi cuerpo
se casan.
Ven, mírame.

Poema inscrito en una estatua egipcia del 1500 a. C.
La poesía se inclina a usar la metáfora, a descubrir parecidos, pero no con el fin de establecer comparaciones (todas las comparaciones, como tales, son jerárquicas) o de quitar singularidad a los hechos; lo que quiere con ello cubrir aquellas correspondencias cuya suma total sea una prueba de la indivisible totalidad de la existencia. La poesía llama a esta totalidad, y su llamamiento no es precisamente sentimental; el sentimentalismo implora siempre una excepción, algo que sea divisible.
Además de reunir por la metáfora, la poesía acerca mediante su alcance, su extensión. Equipara el alcance de un sentimiento con la extensión del universo; pasado un punto, pierde toda importancia el tipo de extremo implicado; lo único que importa es su grado. Sólo por su grado se unen los extremos.

Como tú sufro
la negra separación permanente.
¿Por qué lloras? Mejor dame la mano
y prométeme volver en un sueño.
Tú y yo somos un monte de dolor.
En esta tierra tú y yo jamás nos encontraremos.
Si pudieras tan sólo enviarme a medianoche
por medio de las estrellas tu recuerdo.

Anna Ajmátova

Sostener aquí que los límites de lo subjetivo y lo objetivo se confunden sería volver a una visión empírica de la que el sufrimiento presente sólo puede dudar; por extraño que parezca, supone reivindicar un privilegio injustificado.
La poesía inquieta al lenguaje porque todo lo hace íntimo. Esta intimidad es el resultado de la labor realizada por el poema, el resultado de haber reunido en la intimidad todos los actos y nombres y hechos y perspectivas a los que hace referencia. Con frecuencia, frente a la crueldad y la indiferencia del mundo, no hay nada más real que esta inquietud.

¿De dónde nos viene el dolor?
¿De dónde viene?
Es el hermano de nuestras visiones
denle tiempo inmemorial.
Y el guía de nuestras rimas.

escribe el poeta iraquí Nazik al Mal’-ika.
Romper el silencio de los hechos, hablar de la experiencia, por amarga o dolorosa que sea, poner en forma de palabras es descubrir la esperanza de que esas palabras quizá sean oídas y luego, una vez oídas, juzgados los hechos. Esta misma esperanza se encuentra en el origen de la oración, y la oración, como el trabajo, ya se hallaba en el origen del habla. De todos los usos del lenguaje, es la poesía la que conserva más puro recuerdo de este origen.

 

   Trad. Pilar Vázquez Álvarez

 

(Fuente: Ada Lírica)

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