domingo, 30 de enero de 2022

Francisco Brines (Oliva, España, 1932 – 2021)

 


LA DIMISIÓN DEL TESTIGO

 

 

Y cómo he madurado. Bajo esta luz ya muerta
soy el otoño. Hay una luz, que es frío,
                                                                     negra, negro.

Aguardaban mis ojos aquí que el cielo fuera brasa
y siempre aparecían los astros, puros, vivos,
en el mismo lugar (y antes que el hombre fuera
y que fuese la flor y el ave),
con la exacta hermosura de lo eterno nacido.
Nada importaba entonces pasar.
La luz permanecía y era eterna.
La juventud del mundo, su gozoso latido,
daba en sí testimonio de mi vida.
¿Quién podría apagar las llamas de mis ojos?
Destellaba el vivir,
y yo testimoniaba la existencia.

Ahora miro este cielo
y veo que su luz también ha envejecido.
Los astros no eran jóvenes. Ni eternos.
Y no he testificado,
con mi vivir, ninguna permanencia.
El Espíritu negro me dará su cobijo,
y el Espíritu blanco, naciendo de él, conocerá la esencia de la Luz,
su Inexistencia.

 

 

(Fuente: Ada Lírica)

No hay comentarios:

Publicar un comentario