NARRO LO INCIERTO
De "El paraíso destronado" (1960)
EL QUE TUVO CORONAS FUE DEVORADO POR EL SOL
Y LA TIERRA.
El que habló de siembras fue desterrado
y el soñador no repitió en su noche los
rostros del olvido.
Todo lo misterioso, desposeído está del
diario mundo.
Torcido, muerto, no poblado de tiempos ni
memorias.
De pronto el vaticinio, el indagar la luna,
el comprobar horóscopos de miedos,
hechos por vuestras manos, hechiceras
antiguas.
Quizás los mundos cantan otra vez con
maléficas aves.
Narro lo incierto en esta niebla. Voy entre
multitudes
sudorosas, asediado de aceros sin batallas,
en coti-
diano infierno.
Las aguas cantan otra vez. Solamente anda el
viento
por secretas ciudades.
Se cumplieron los ciclos del fuego y de la
música.
La enfermedad, la muerte exorcizó los
rostros.
¿Cuándo rescataremos la rosa elemental, lo
saciado de
polvo, la especie del misterio, consagrado?
Este es el testimonio de un antiguo cronista
del desierto.-
LIBRO DE LOS MATRIMONIOS
Fragmento del "Libro de Las Hechiceras"
(1964)
Las hechiceras hablan de ese Libro, como de
algo signado por
sus encantamientos.
El que leyó sus fórmulas desciende hacia el
abismo de los mares
y trae redes de celestes perlas.
Puede volar en el viento sin ser visto, como
el doliente músico
que ha nacido del alba con su rosa.
Amigo mío, amigo mío.
Tu me preguntarás dónde encontrarlo, en cuál
región del mundo
o de la niebla.
El corazón que tengo no es de azufre azotado
por rayos.
La memoria que me habla ya no tiene el
ardiente entendimiento.
Vi como escribían el Libro misterioso, en un
país indescifrable,
con tintas del azufre y palabras oscuras de
miraza.
Vi llegar a los sabios y alquimistas, a los
padres astrónomos y
a las parteras madres, las altas hechiceras,
los médicos de
tribus,
las danzantes. Vi también los ocultos
hechiceros que se cubren
con cueros de las cabras y los relatadores
navegantes; de las
montañas mías descendieron antiguas
tejedoras, hiladoras y madres
oficiantes:
algunas con sus niños, en los carros de
bodas y de otoños, entre
palmas y ruidos de animales, mujeres
comedoras de langostas, de
urracas, de víboras del agua y de lagartos;
mujeres con olores a
magnolias,
a sales de las piedras, a hierbas de los
ríos;
los vi llegar hacia los cementerios de las
encenizadas arenas del
ocaso,
dejar allí tributos de los muertos,
danzar sobre las tumbas de los niños con
lámparas y tules
misteriosos,
y alejarse después bajo los astros.
Muchos de ellos vinieron a decirme quien
escribió este Libro.
Pero yo no entendía su lenguaje.
Mi aldea entre montañas es demasiado pobre
de perfumes. Soporta en
su quietud los nublados de agosto, mientras
en los
veranos se suceden las muertes con balanzas
de flores
y ciencias del amor.
(Fuente: Lexia.com)
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