martes, 23 de febrero de 2021

Antonio Orihuela (España, 1962)

 

En la ducha

 

En la ducha, 

me he acordado de que hoy, 

hace treinta y tres años, 

se terminó para mí una larga temporada de agua caliente 

en el centro del vientre de mi madre. 


Tal vez, por eso, no me ha importado llegar tarde al trabajo 

y tal vez, por eso, no me ha importado decirle al jefe, 

en medio de la bronca por mi retraso de ocho minutos, 

que el tiempo es un arma de dominación política, 


o a los compañeros, que en un sistema democrático de derecho 

no hay opción para los dilemas morales, 

que hay que elegir entre justicia social y obediencia legal 

y que solo en la segunda hay posibilidad de creer en los ángeles 

y en viajes salvíficos a la India. 


Hoy, que he cumplido treinta y tres años, 

ha sido leer en una pared “GÁSTALES UNA BROMITA A LAS ETT’S”, 

después de meses sin ver nada, 

lo que me ha hecho sentarme a escribir, 

y no mis años 

ni mi ombligo, 

que sigue creciendo en el mismo, exacto, sitio de siempre, 

por mucho que mis contemporáneos piensen lo contrario 

y lo sometan a una vigilancia 

solo comparable a la que les someten 

aquellos por quienes han votado 

en toda una señal de íntima confianza por el sistema 

democrático 

de derecho 

que, por si acaso, sigue ofertando seis mil plazas anuales 

para cubrir 

fuerzas 

y cuerpos 

de seguridad 

del Estado. 


La edad no me parece hoy una vergüenza, 

la vergüenza es no tener el valor para seguir esas y otras consignas 

y refugiarme aquí, entre estos poemas, esperando 

que unos me llamen terrorista 

y desaconsejen mis libros, 

que otros sigan celebrándolos 

y adornen también con ellos su impotencia. 



En  Esperar sentado. Ed. Ruleta rusa, 2017

 

 

(Fuente: Voces del extremo)

 

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