sábado, 27 de febrero de 2021

Ali Ahmad Said Esber (Al Qassabin, Siria, 1930)

 

 

 
 

ESPEJO DE UNA PREGUNTA
 

Pregunté y me dijeron:
la rama cubierta de fuego es un pájaro,
y me dijeron que mi rostro era una ola
y el rostro del mundo espejos,
suspiros de marinero y faro.
Y vine.
Tinta era el mundo en mi camino
y cada estremecimiento una frase.
No sabía que entre nosotros
había un puente de hermandad,
de pasos de fuego y profecía.
No sabía que mi rostro
era un barco navegando en una chispa.
 
 

EL EXTRAVÍO
 

Perdido, tiro mi rostro al polvo
y a la mañana,
lo arrojo a la locura.
Mis ojos son de yerba y son de incendio.
Mis ojos son banderas y emigrantes.
 
Perdido, tiro mi rostro al polvo
y a la mañana.
Nazco al fin del camino. Grito.
Y que griten conmigo el camino y el polvo.
¡Qué hermoso es que mi rostro, oh Dios,
se pierda en mí! ¡Qué hermoso que me pierda
yo, colmado de fuego!
¡Oh tumba! ¡Oh final mío
al comenzar la primavera!
 
 
 

CELEBRACIÓN DE BEIRUT
 

El tiempo avanza
apoyado en un bastón de huesos de muertos.
El filo del insomnio
corta el cuello de la noche.
 
El sol parece decir a su claridad:
deslumbra mis ojos
para no ver.
 
El día teme al día,
la noche se oculta de la noche,
el sol se frota los ojos y suspira:
no puede creer lo que ve.
 
Gracias
al polvo que se mezcla con el humo
de los incendios y lo mitiga,
al intervalo entre bomba y bomba,
a las baldosas que no cesan
de sostener mis pasos.
Gracias a la roca que enseña paciencia.
 
Experimento la borrachera de las explosiones,
la embriaguez del ruido,
y disparo mi rostro
por el espacio de las probabilidades.
 
La luz se extinguió.
Encenderé el astro de mis sueños.
 
Tómame, amor
y abrázame.
 
 
 
 
(Fuente: Hugo Toscadaray)

 

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