lunes, 22 de febrero de 2021

Alberto Santamaría (Torrelavega, España, 1976)

 

 

UN EXPLORADOR

nunca puede conocer

lo que está explorando

hasta que lo ha explorado

 

he copiado estas palabras en mi cuaderno

 

sin orden

 

luego las he borrado

—la paciencia es un don

o una herida

me pregunto—

pero ahí siguen

presentes

como un latido

detrás del olor

a tierra

 

bajo la miseria plateada

de un lápiz ya casi sin sombra

 

ahí siguen

tatuadas en el papel

como pequeñas grietas

que un explorador

no es capaz de ordenar

 

también escribí

¿a dónde quiere llegar

alguien así

realmente?

 

lo copié

—la imaginación es una piedra en medio del desierto—

la misma tarde que

perseguimos eléctricas ardillas

junto al río

 

en Oxford

 

donde los parques cerraban

pronto

y las vallas teñían de herrumbre

los deseos

 

compartimos la merienda

con las ardillas

 

nerviosamente cogían el pan

sobre la hierba húmeda

 

y huían

 

no comprendimos entonces su secreto

pero sí nuestra felicidad

 

repítelo

 

un explorador

nunca puede conocer

lo que está explorando

hasta que lo ha explorado

 

la vida parece que depende

incansablemente

de lo que no se escribe

 

 

————————————————

 

 

APRENDER de un idioma

su sensación

de desastre

 

gramatical

 

la tensa sombra

de lo que

por decir

 

nunca será dicho

 

la miseria

 

de quien no tiene

en su lengua

la palabra

 

 

hambre

 

 

————————————————

 

 

¿HASTA DÓNDE eres capaz

de medir el miedo

y su peso?

No es una pregunta. Lo parece

pero no lo es.

Es la simple tensión

de quien

a su cuerpo

suma la línea

trágica

de la desesperanza.

Desesperar

tiene la forma

hueca

de un jarrón

en cuyo vacío

creemos hallar

el consuelo

del perdedor.

Perder, eso es.

Perder.

 

 ***

 


Lo superfluo y otros poemas

 

               La Bella Varsovia

 

               (Fuente: Papeles de Pablo Müller)

 

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