domingo, 21 de febrero de 2021

Ana Cristina César (Brasil, 1952 - 1983)

 

 

El hombre público

 

Tarde aprendí
qué bueno
es dar el alma como lavada.
No hay razón
para conservar
esta hilacha de noche vieja.
¿Qué significa eso?
Hay una hila
que va siendo cortada
dejando una sombra
en el papel.
Discursos detonan.
No soy yo que estoy allí
de ropa oscura
sonriendo o fingiendo
oír.
Sin embargo
También escribí cosas así,
para personas que ni sé más
quienes son,
de una dulzura
venenosa
de tan honda.

 

 


 

Flores del Más

 

despacio escriba
una primera letra
esclava
en las inmediaciones construidas
por los huracanes;
despacio mida
la primera pájara
bisoña que
risque
el babero
abierto
sobre los vendavales;
despacio imponga
el pulso
que mejor
sepa sangrar
sobre el cuchillo
de las mareas;
tranquilo imprima
la primera
mirada
sobre el galope bañado
de los animales; despacio
pida más
y más y
más

 

 

 

 

Samba-canción

 

Tantos poemas que perdí
tantos que oí, de gracia,
al teléfono — ahí está,
de todo hice para que a usted le gustara
fui mujer vulgar,
media-bruja, media-bestia,
risita modernista
rasguñando en la garganta,
pícara, bicha,
tan marica, vándala,
tal vez maquiavélica,
y un día embrutecida,
me serví de mesuras
(era una estrategia),
hice comercio, avara,
aunque un poco bruta,
porque inteligente me ponía
de inmediato rubra, o al contrario, frente
pálida me desconoce
el propio rosa,
y tantas hice, tal vez
queriendo la gloria, la otra
escena a la luz de spots,
tal vez sólo tu cariño,
pero tantas, tantas hice…

 

 

(Fuente: Revista Literariedad)

 

No hay comentarios:

Publicar un comentario