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En mi mano come el otoño su hoja: somos amigos.
Descascaramos el tiempo de las nueces y le enseñamos a andar:
El tiempo retorna a la cáscara.
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En el espejo es domingo,
en el soñar se duerme,
la boca dice verdad.
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Mi ojo desciende al sexo de la amada:
nos miramos,
nos decimos lo oscuro,
nos amamos uno al otro como amapola y memoria,
dormimos como vino en las conchas,
como el mar en el rayo de sangre de la luna.
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Estamos abrazados en la ventana, nos miran desde la calle:
¡Ya es tiempo de que se sepa!
Ya es tiempo de que la piedra se avenga a florecer,
que a la inquietud le palpite un corazón.
Ya es tiempo de que sea tiempo.
.Ya es tiempo.
.
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Shibbólet
.
Junto con mis piedras,
crecidas en el llanto
detrás de las rejas,
.
me arrastraron
al centro del mercado,
allí
donde se despliega la bandera, a la que
no presté juramento.
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Flauta,
flauta doble de la noche:
piensa en la oscura
aurora gemela
en Viena y Madrid.
.
Pon tu bandera a media asta,
memoria.
A media asta
hoy para siempre.
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Corazón:
date a conocer también
aquí, en medio del mercado.
Dí a voces el shibbólet
en lo extranjero de la patria.
Febrero. No pasarán*
.
Einhorn:
tú sabes de las piedras,
tú sabes de las aguas,
ven,
yo te llevaré lejos,
a las voces
de Extramadura.
(Fuente: El hueso de la palabra blog)
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