lunes, 12 de agosto de 2019

Margaret Atwood (1939, Ottawa, Canadá)


Has oído al hombre al que amas
 
.
Has oído al hombre al que amas
hablando consigo mismo en el cuarto de al lado.
No sabía que le escuchabas.
Pegaste el oído al muro
pero no conseguías captar las palabras,
sólo una especie de ruido sordo.
¿Estaba enfadado? ¿Estaba maldiciendo?
¿O era una especie de comentario
como una larga y críptica nota al pie en una página de versos?
O buscaba algo que había extraviado,
como las llaves del coche?
Entonces, de repente, se puso a cantar.
Te asustaste
porque era algo nuevo,
pero no abriste la puerta, no entraste,
y siguió cantando con su voz grave, desafinada,
densa y dura como el brezo.
La canción no era para ti, no te mencionaba.
Tenía otra fuente de contento,
nada que ver contigo en absoluto,
era un hombre desconocido, que canta en su cuarto, solo.
¿Por qué te sentiste tan dolida, y tan curiosa,
y al mismo tiempo tan feliz,
y también tan libre?
.
.
 


Una mujer pobre aprende a escribir
 
.
Está en cuclillas, los pies desnudos,
abiertos, sin
gracia; la falda metida alrededor de los tobillos.
.
Tiene la cara marchita y agrietada.
Parece vieja,
más vieja que nadie.
.
Probablemente tiene treinta años.
Sus manos, también arrugadas y agrietadas,
garabatean con torpeza. Su pelo está escondido.
.
Escribe con un palo, laboriosamente,
en la tierra húmeda y gris,
mientras frunce, con ansiedad, el ceño.
.
Escribe letras grandes, anchas.
Ahí está, terminada,
su primera palabra hasta ahora.
.
Nunca pensó que podría hacerlo,
ella, no.
Eso era para otros.
.
Mira hacia arriba, sonríe
como disculpándose,
pero no lo hace; esta vez, no; ahora sí lo hizo bien.
.
¿Qué está escrito en el barro?
Su nombre. No podemos leerlo.
Pero lo podemos adivinar. Mira su cara:
.
¿Es una Flor gozosa? ¿Radiante? ¿Sol reflejado en el Agua?
.
.
 

 Traducción: María Pilar Somacarrera Íñigo.


(Fuente: El Hueso de la palabra)

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