sábado, 31 de agosto de 2019

Ocean Vuong (EEUU, 1988 Hijo de vietnamitas)



En la tierra somos brevemente hermosos
i
Dime que fue por hambre
y nada más. Pues el hambre es dar
al cuerpo lo que sabe
que no puede quedarse. Que esta luz ámbar
reducida por otra guerra
es todo lo que une mi mano
a tu pecho.
i
Tú, ahogándote
entre mis brazos —
quédate.
Tú, empujando tu cuerpo
dentro del río
solo para estar
contigo mismo —
quédate.
i
Te diré que nuestros errores son suficientes para ser perdonados. Cómo una noche, después de golpear a mamá y llevando una sierra a la mesa de la cocina, mi padre fue a arrodillarse
en el baño hasta que escuchamos su llanto contenido a través de los muros. Y así aprendí que un hombre, en su clímax, es lo más cercano a darse por vencido.
i
Di rendición. Di alabastro. Navaja.
Madreselva. Vara de oro. Di otoño.
Di otoño a pesar del verde
en tus ojos. Belleza a pesar de la luz
del día. Di que matarías por esto. Amanecer inquebrantable
cabalgando en tu garganta.
Mis piernas moviéndose debajo de ti
como un gorrión aturdido
por la caída.
i
Oscuridad: un filo de miel entre nuestras sombras, drenándose.
i
Quise desaparecer — así que abrí la puerta del auto de un desconocido. Estaba divorciado. Estaba vivo. Lloraba hundido en sus manos (manos con sabor mohoso). El listón rosado del cáncer de mama de su llavero se balanceaba en la ignición. Acaso no nos tocamos para probar que seguimos aquí? Alguna vez seguí aquí. La luna, distante y temblorosa, se atrapó en las perlas de sudor de mi cuello. Dejo que la niebla se esparza por la ventana agrietada y cubra mis colmillos. Cuando partí, el Buick quedó varado, un toro atontado en la pradera, sus ojos abrasando mi sombra hacia el costado de las casas suburbanas. De regreso, me lancé a la cama como una antorcha y miré las llamas carcomer la casa de mi madre hasta que el cielo apareció, sangriento y macizo. Cuánto quise ser ese cielo — contener todo vuelo y toda caída de una vez.
i
Di amén. Di reparación.
Di sí. Di sí
de cualquier forma.
i
En la ducha, sudando bajo el agua fría, refregué y refregué.
i
En la vida anterior a esta, podías intuir
que dos personas estaban enamoradas
porque al conducir una camioneta
sobre un puente, sus alas
reaparecían justo a tiempo.
Algunos días sigo dentro de la camioneta.
Algunos días sigo esperando.
i
No es demasiado tarde. Nuestras cabezas se nimbaron
de mosquitos y de verano muy pronto
como para dejar marcas.
Tu mano bajo mi polera como la estática
se intensifica en la radio.
Tu otra mano apunta
el revolver de tu papá
hacia el cielo. Las estrellas caen una
por una en la mira.
Esto significa que no tendré
miedo si ya estamos
aquí. Ya hay más de lo que la piel
es capaz de soportar. Que un cuerpo
junto a un cuerpo
debe construir un campo
lleno de percusiones. Que tu nombre
es solo el sonido de los relojes
siendo retrocedidos por otra hora
y la mañana
encuentra nuestra ropa
sobre el pórtico de tu madre, deshilachada
como un lirio debilitado por la vejez.



(Fuente: Jámpster)







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